El Gobierno británico lanzó ayer un plan de ayudas a la industria automovilística, un sector especialmente herido en la actual crisis. El ministro de Comercio, Peter Mandelson, anunció en la Cámara de los Comunes la concesión de garantías de crédito, a corto y largo plazo, por valor de 2.300 millones de libras (2.500 millones de euros), de los que pueden beneficiarse tanto los grandes constructores de la industria como los suministradores. De esa cantidad, 1.400 millones de euros serán facilitados por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y los restantes 1.100 millones por el Gobierno británico, destinados estos últimos a quienes fabriquen vehículos más ecológicos. El paquete, que según Mandelson "no se trata de un plan de salvamento" ni de "un cheque en blanco", tiene el doble fin de estimular el sector automovilístico y potenciar la construcción de automóviles menos contaminantes.

"Gran Bretaña necesita una economía con menos ingeniería financiera y más ingeniería verdadera", señaló Mandelson en la Cámara de los Comunes. "La industria del automóvil puede y debe ser parte de ese vibrante futuro" añadió. No obstante, el titular de Comercio insistió en que no se trata de "un cheque en blanco", sino de la puesta en práctica de un proyecto que busca la recuperación económica a partir de una concepción ecológica. El Gobierno dedicará un fondo adicional de 37 millones de libras para el reciclaje profesional y la ayuda a los trabajadores afectados por la peor crisis del sector en los últimos 20 años. La industria del motor en el Reino Unido ha pasado en su mayor parte a manos de propietarios extranjeros, pero sigue empleando a 800.000 personas. Los puestos de trabajo están amenazados por la caída de la producción, que el pasado mes de diciembre fue un 50% menos que la registrada durante el mismo mes del 2007. El plan de ayudas trata de frenar la ola de despidos de las grandes firmas.