Si algo necesitaban los inversores para extremar todavía más su desconfianza, era una nueva mala noticia sobre la deuda pública europea. La tormenta que desató en los mercados la crisis griega, y que luego se extendió a los países con mayores déficits como España y Portugal, tiene a las bolsas histéricas desde hace semanas, con lo que la posibilidad de que Hungría siga la senda helena fue recibida ayer con pavor vendedor.

El Ibex 35 bajó el 3,8%, la quinta mayor caída del ejercicio, hasta un mínimo anual de 8.923,4 puntos. El Gobierno húngaro acusó a su antecesor de haber manipulado sus cuentas públicas (su déficit podría ser del 7,5%, en lugar del 4,5% declarado) y reconoció que la situación económica del país es muy grave. Como consecuencia, el diferencial entre la deuda pública española y la alemana marcó su enésimo máximo histórico: 200 puntos básicos.

Al contrario que en las sesiones anteriores, el retroceso español no fue más acusado que los del resto del continente. Estuvo más o menos en línea con los de Italia (3,79%), Francia (2,86%), Alemania (1,91%) y Reino Unido (1,63%). Pese a que la economía europea repuntó entre enero y marzo por tercer trimestre consecutivo, el euro se desplomó hasta poco más de 1,2 dólares.

Por si no bastara con las malas nuevas propias, las bolsas europeas se vieron también perjudicadas por la mala apertura de Wall Street, que abrió la sesión con pérdidas del 2%. EEUU registró una caída del paro del 9,9% al 9,7%, pero los inversores interpretaron que se debía a la contratación de temporales para la elaboración del censo de población. La bajada del petróleo Brent a 73 dólares por barril, también lastró a la bolsa.

Todos los grandes valores del Ibex sufrieron grandes caídas, encabezados por el BBVA (6,84%) y por el Santander (5,78%). La mayor caída del Ibex le correspondió a Sacyr, el 7,75%, mientras que el mejor resultado fue para Ebro Puleva, que repitió cotización.