Lo peor que podía suceder, dado el elevado endeudamiento de las familias, es que se produjera una subida del precio del dinero. Y ha ocurrido justo lo contrario. Es muy probable que ese recorte hasta el 2,75% haya animado el consumo por la vía de una expectativa de rebaja de la factura de la hipoteca.

Ahora queda por ver el efecto de ese buen tono del gasto familiar sobre los precios. En el Ministerio de Economía ya deben estar buscando un chivo expiatorio para endosarle las culpas.