"Tenemos los mismos medios e incluso más que el CSI", afirma José Javier Ríos, químico responsable del área de alimentación del Laboratorio Central de Aduanas de Madrid, en alusión a la serie televisiva sobre la policía científica de EEUU.

El control del ADN, pieza clave del CSI para encontrar al asesino, aquí sirve, por ejemplo, para detectar si los filetes de ternera refrigerada exportados a Rusia son de macho o de hembra, porque en este último caso no existen ayudas comunitarias a la exportación. También sirve para determinar si un embutido es de cerdo, y no de pavo o de pollo, porque el arancel es diferente. No cuenta el control sanitario ni veterinario. "Cada análisis de ADN tarda 48 horas, no es instantáneo, como en la serie CSI", dice Ríos.

En el 2005 se analizarán unas 14.700 muestras, el 15% más que el año pasado. A los laboratorios les corresponderá averiguar si la camiseta de China y declarada como de algodón es tal o si contiene fibras artificiales, con un arancel diferente. Determinarán si la zapatilla que consta como de cuero y suela de caucho tiene, quizás, un mayor componente textil. A partir de las muestras, se determinará si el gasóleo del depósito de un coche es gasóleo agrícola camuflado, al que se le ha "lavado" el colorante.

El laboratorio central de Aduanas dispone de un instrumental de primera línea, como rayos X, cromatógrafos, resonancia magnética nuclear, espectrometría de masas isotópicas, destiladores o densímetros. Hay aparatos que cuestan más de 240.000 euros. Pero también tienen otro tipo de herramientas , como un panel de catadores de aceite capaz de distinguir con su gusto y su olfato un aceite virgen lampante (prohibido para el consumo) de otro de calidad extra.

Los análisis más sofisticados se derivan al laboratorio central de Madrid, con instalaciones tan punteras que se incluyeron en la candidatura olímpica de Madrid 2012 para algunos análisis antidopaje.