Parálisis transitoria --seguro que no permanente-- de las bolsas. Y más en España que en el resto de Europa y Estados Unidos. No es habitual que el Ibex 35 bajara el martes el 0,02% (que es como decir que se quedó congelado). ¡Pero es que ayer solo subió el 0,01%, hasta los 10.896,9 puntos, y hace falta usar gafas de muy de cerca para ver una variación tan ínfima!

Parálisis, eso sí, que no hay que confundir con calma chicha, ese estado en que queda el mar cuando no hay viento y que irrita a los marineros, por anteceder a lo desconocido. La renta variable, en cambio, está sometida a las tensiones propias de ese deporte rural que en Euskadi llaman sokatira, en Inglaterra tug of war y que en castellano, a falta de un nombre inequívoco, podemos calificar como juego de la soga.

De un lado de la cuerda, están tirando los inversores que estiman que las bolsas han subido demasiado en los últimos días y se encaminan a una corrección a la baja. Algunos malos resultados empresariales (los bancos estadounidenses Morgan Stanley y Wells Fargo) y las diferencias en el seno de las autoridades que parecían más dispuestas a tomar nuevas medidas (la Reserva Federal estadounidense y el Banco de Inglaterra) alimentaron ayer su postura.

Del otro lado, tiran los que creen que la tendencia alcista a corto plazo aún no ha tocado techo, porque los valores cotizan baratos. Los índices europeos --salvo el español, nuevamente descolgado-- se apuntaron a este bando y lograron subidas en torno al 0,5%.

La situación es desconcertante, con los mercados atrapados entre resistencias y soportes (techos y suelos psicológicos) que cada vez se antojan más inquebrantables. Cuando se imponga un equipo, eso sí, tendremos tendencia.

De los grandes valores subieron Repsol, el 0,41%, y BBVA, interesado en comprar parte del banco turco Garanti, el 0,07%. Bajó el 0,1% Iberdrola, cuyo beneficio subió el 2% en los nueve primeros meses del año.