La alfombra roja que pisan las estrellas del celuloide para entrar en el palacio de congresos que alberga el Festival de Cine de Cannes dio ayer la bienvenida a Angela Merkel. La cancillera alemana adelantó un día su llegada a la pequeña ciudad de la Costa Azul francesa, donde se celebra hoy y mañana la Cumbre del G-20, para reunirse de urgencia con el presidente francés Nicolas Sarkozy e intentar apagar el incendio provocado por el anuncio de un referendo en Grecia para aprobar el plan de rescate de la Unión Europea, cifrado en 130.000 millones de euros. Tras una reunión de varias horas con el primer ministro griego, Yorgos Papandreu, Merkel y Sarkozy quisieron escenificar la fuerza del eje franco-alemán y pusieron a Grecia contra las cuerdas.

Ambos dejaron claro que no aceptarán un referendo solo sobre el plan de rescate de 130.000 millones de euros al país heleno. «No dejaremos a Europa y al euro ser destruidos. Hay reglas que hay que cumplir y que forman parte del paquete de solidaridad; los griegos tienen que decidir si quieren seguir con nosotros o no», afirmó Sarkozy, quien aseguró que «cualquier país que no siga las reglas debe abandonar el euro».

Como primera medida de presión esgrimieron un argumento de peso: la amenaza de bloquear la entrega del sexto tramo de ayuda de 8.000 millones de euros correspondiente al primer plan de asistencia al país heleno. Los países europeos se han alineado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y no se realizará el pago hasta que se vea con claridad las intenciones de Grecia. La ayuda debería servir para pagar las nóminas públicas y pensiones hasta fin de año.

Este fue el mensaje que transmitieron Merkel y Sarkozy a Papandreu, con quien mantuvieron una reunión anoche. La situación es especialmente delicada ya que tal y como planteó la propia Grecia en su momento, el Ejecutivo se quedará sin dinero para poder pagar las nóminas a sus funcionarios y pensionistas a final de año.

Papandreu confirmó poco después de estas palabras que el referendo tendrá lugar el día 4 de diciembre y que, efectivamente, no versará tan solo sobre si se admite o no el plan de rescate, sino sobre la permanencia de Grecia en el euro. El primer ministro se mostró convencido de que el sí ganará, lo que permitirá poder llevar a cabo las medidas que reclama la UE a Grecia y que ahora son difíciles de implementar.

Finalmente, Alemania y Francia han impuesto su tesis, ya que Papandreu quería en un inicio preguntar a los ciudadanos tan solo sobre el plan de rescate. El debate no es baladí, ya que según qué se pregunte y cómo habrá una respuesta u otra. Los sondeos de opinión revelan que los griegos quieren en su mayoría seguir en el euro, si bien están en contra del plan de rescate por los dolorosos ajustes que comporta. La quita del 50% de la deuda en manos de los bancos y los recortes deben permitir situar el nivel de endeudamiento griego en el 120% del producto interior bruto (170% en la actualidad) en el 2020, pero sumirán al país en una prolongada recesión.

DEBATE EN LAS REDES SOCIALES

La jornada estuvo marcada por un intenso debate en la redes sociales sobre la naturaleza del referendo y sus consecuencias para Grecia y el conjunto de la UE. «¿Es preferible sacrificar la democracia para permitir la estabilidad de los mercados?», se interrogaba un blogger.

La cancillera alemana quiso dejar claro que «lo que se decide en una capital europea tiene repercusiones en todos los países, porque todos están ligados». Sobre el futuro de la moneda única, Merkel respondió que los líderes están preparados «para seguir con el proyecto europeo, con Grecia o sin ella».