Si EEUU no fuera quien es, tanto el Banco Mundial como El Fondo Monetario Internacional le abrían apretado las clavijas del rigor presupuestario como han hecho con Argentina o Brasil. Un déficit comercial de más del 5% del producto interior bruto (PIB) y un déficit fiscal de más del 3% no entran en el manual del buen gobierno económico de los países. No sorprenden los métodos para corregir el agujero --más o menos compartidos por los otros países exportadores--, sorprende la ineficacia.