El ministro de Industria, Miguel Sebastián, dijo hoy que el único Gobierno que ha cerrado una central nuclear en España fue el presidido por José María Aznar en 2002, en referencia a la planta de Zorita, al tiempo que se mostró abierto a debatir si la energía nuclear es o no una opción para España.

Sebastián respondió así en el Pleno del Congreso al diputado del PP Santiago Lanzuela, que le pidió que fuera "racional" en el caso de la central de Garoña, sobre la que el Gobierno debe decidir si le amplía o no la licencia de operación, así como que aclare cuál es el modelo energético del Ejecutivo.

Lanzuela reclamó al ministro que colabore con la subcomisión del Congreso creada para diseñar la estrategia energética española para los próximos 25 años y que trabaje en el diseño de un modelo "distinto, estable y que asegure nuestro futuro energético, esté quien esté en el Gobierno". "Estaré encantado de participar en la subcomisión", afirmó Sebastián, que recordó que el Ejecutivo lleva tiempo pidiendo que el modelo energético sea un pacto de Estado y hasta la fecha no ha tenido "mucha suerte porque ustedes -PP- no han sido especialmente constructivos".

"Si ahora hay un cambio de actitud será bien venido y hablaremos de todas las fuentes energéticas. También de si la energía nuclear, por qué no, es una opción para nuestro país", añadió Sebastián. El ministro explicó que el modelo energético que maneja el Gobierno se basa en tres pilares: que sea seguro, que sea competitivo y que sea sostenible.

Hablar de seguridad supone reforzar las interconexiones de España con Francia, Portugal y el norte de África, y ejecutar una inversión récord de 20.000 millones de euros en la planificación de los sectores del gas y la electricidad en el horizonte 2008-2016, señaló. Agregó que competitividad significa liberalizar los mercados del gas y electricidad, en tanto que con sostenibilidad se refiere a un sistema flexible de primas y la activación de planes de ahorro energético.

Por su parte, Lanzuela sostuvo que un buen modelo energético debe asegurar el suministro y reducir la dependencia de las importaciones de energía primaria, así como proporcionar costes energéticos predecibles y competitivos, y ser respetuoso con el medio ambiente, a lo que añadió que en el caso de España no se cumplen las dos primeras condiciones.