Tras meses de tensas negociaciones, Kraft, la multinacional norteamericana de la alimentación, cerró la adquisición de la chocolatera británica Cadbury por 11.500 millones de libras esterlinas (12.765 millones de euros). "Es una desgracia", "una vergüenza", repetían desolados los operarios de la fábrica de Cadbury de Bournville, que lleva funcionando desde 1879. "Me pregunto cuánto tiempo me queda. Todo el mundo tiene miedo", decía muy afectado un treintañero del departamento de informática.

Pero no solo temen a los despidos. Bournville, donde viven 25.000 habitantes, fue construido por George Cadbury, hijo del fundador de la chocolatera, para conjugar la prosperidad del negocio y el bienestar de los empleados, para los que levantó casas y escuelas.

Kraft ha afrontado una deuda de 7.000 millones de libras para financiar la compra, lo que hace presagiar un recorte de puestos de trabajo. La intervención ayer del primer ministro, Gordon Brown, para tratar de asegurar los puestos no tranquiliza a los sindicatos.