Ya lo fue en la primera legislatura con Pedro Sánchez como presidente, pero lo es aún más. Nadia Calviño (A Coruña, 1968) es un auténtico activo de moderación en el Ejecutivo de coalición de los socialistas con Unidas Podemos, tanto para los mercados como para las autoridades de Brusxelas, cuyos vericuetos conoce al detalle.

La vicepresidenta económica y dique de contención de las aspiraciones maximalistas del partido de Pablo Iglesias es también un baluarte del cumplimiento de las normas presupuestarias y de los compromisos con Bruselas. Calviño fue directora general de Presupuestos de la Comisión Europea y buena conocedora de los entresijos comunitarios, y bien lo sabía Sánchez cuando durante el debate televisivo de la campaña electoral de noviembre del año pasado lazó su nombre como futura vicepresidenta económica. Se trataba de lanzar un mensaje de tranquilidad a los mercados e inversores.

REGULACIONES PENDIENTES

Durante el tiempo que ocupó la cartera tras la moción de censura de junio del 2018, una de las principales ocupaciones de Calviño fue poner al día regulaciones pendientes de transposición con respecto a la normativa comunitaria, como afirmó en una entrevista con 'El Periódico de Catalunya'. Otra de sus funciones fue la de enlace con Bruselas, a cuyo Ejecutivo arrancó al inicio de su mandato un visto bueno de cara a aumentar el criterio de déficit previsto. Uno de sus atributos es que no puede ser considerada un 'halcón' o defensora a ultraanza de la suteridad, pero tampoco, una 'paloma'. Quienes la conocen asdeguran que sabe "nadar entre dos aguas".

Extremadamente organizada, exigente, con una energía desbordante, dedicada y muy comprometida. Así la describen quienes conocen a la vicepresidenta económica, que llegó a formar parte de la lista de candidatos a la llwvar alas riendas del Fondo Monterario Internacional (FMI), aunque finalmente se retiró la candidatura y la directora ejecutiva del Banco Mundial, Kristalina Georgieva fue la que acabó ocupando el cargo que dejó vacante Chistine Lagarde para ir a presidir el Banco Central Europeo (BCE).

Gran conocedora de los vericuetos de Bruselas, Calviño llegó a la capital europea en septiembre del 2006 procedente del Ministerio de Economía, donde trabajó a las órdenes de Pedro Solbes. En junio del 2018, tras ganar Sánchez la moción de censura, desembarcó en el mismo lugar del que salió, pero en esta ocasión, para dirigirlo, tras una trayectoria profesional impecable y brillante en el Ejecutivo comunitario.

Calviño fue directora general adjunta de Competencia, una de las carteras de mayor peso en Bruselas. En la Dirección General de Mercado Interior ayudó a diseñar las reformas financieras y bancarias bajo la batuta del entonces comisario y después negociador de la UE para el 'brexit', Michel Barnier.

Los últimos cuatro años antes de incorporarse al Gobierno en España preparó y negoció los presupuestos europeos como directora general del equipo del comisario Günther Oettinger y con un objetivo: simplificarlos. Hija del primer director de TVE, José María Calviño, madre de cuatro hijos, se licenció en Derecho y Económicas, domina perfectamente inglés y francés y habla alemán.

No ha estado en primera línea política, pero en Bruselas hubo hace dos años plena coincidencia: Pedro Sánchez se llevaba un activo de primera. Ahora, si propspera su candidatura para presidir el Eurogrupo, puede ser además un buen pilar para que los países de la Europa del sur tengan más voz.