Navantia, la nueva empresa pública de construcción naval militar, nació ayer oficialmente de las cenizas de Izar. El vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, participó en el acto de presentación de esta compañía, que espera facturar 1.400 millones de euros en este ejercicio.

Solbes resaltó en su discurso el "hito decisivo" que representa la constitución de la nueva empresa después de un "difícil proceso social, institucional y político". Un acuerdo con los sindicatos ha resuelto, dijo, un "espinoso problema heredado y larvado en las dos legislaturas anteriores y que ha implicado a siete comunidades autónomas, 11.000 trabajadores y a 11 centros".

PROMESAS CUMPLIDAS El vicepresidente recordó que se han cumplido las promesas de José Luis Rodríguez Zapatero sobre esta empresa "abocada a la quiebra". Esta semana se pactará con los sindicatos el expediente para 4.028 trabajadores. Las centrales quieren que la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), presidida por Enrique Martínez Robles, garantice el pago de las pensiones cuando Izar desaparezca, y esperan que el proceso de reflotamiento de los astilleros civiles esté listo esta próxima primavera.

La intención de la SEPI es aprovechar los 250 años de experiencia de la industria pública naval española y hacer de Navantia (acrónimo entre naval y avante) uno de los mayores operadores en el mundo. El principal objetivo es que la nueva empresa dé soluciones tecnológicas que se adelanten al mercado. Invertirá 90 millones de euros al año en investigación y desarrollo (I+D). De los 5.500 trabajadores, 1.000 trabajarán en ese área. "Hemos pasado de ser chapistas a diseñar buques de guerra", afirmó el presidente de Navantia Juan Pedro Gómez Jaén. La empresa también fabricará barcos civiles, sistemas de combate, motores diésel y hará reparaciones. Según sus responsables, Navantia ya tiene pedidos por valor de 3.600 millones de euros.