El cierre de las plantas de Nissan en Cataluña anunciado el pasado 28 de mayo dejará a más de 20.000 trabajadores en la calle. La compañía inició ayer los contactos para llegar a una resolución que les permita cerrar la planta a finales de año. Este diario ha podido conocer de manos del presidente de Nissan Europa, Gianluca De Ficchy, los motivos del porqué de la decisión.

—¿Porqué la decisión de cerrar Nissan en Cataluña?

—Hemos realizado un estudio que se inició hace ya varios meses que nos ha llevado a revisar todas las posibles alternativas para el futuro industrial de la Zona Franca y todas las operaciones relacionadas con la planta. Todo se aceleró a raíz de la decisión de Daimler de interrumpir la producción de la pick up Clase X que se estaba fabricando en Barcelona. Consideramos todas las alternativas posibles y todas las ayudas proporcionadas por los gobiernos, y las inversiones necesarias para adaptar la planta a la normativa futura y garantizar la competitividad, y vimos que no hay soluciones alternativas.

—Las cifras que se barajan de unos 1.450 millones de euros para cerrar la planta son elevadas. ¿Prefieren cerrar a buscar una salida?

—Las cifras que he visto hasta hoy no corresponden necesariamente con la realidad. La intención de proceder a cerrar la planta no es fácil de tomar, es una decisión cara, pero hemos tenido en cuenta todos los elementos del estudio de viabilidad que hicimos. La continuidad también y las alternativas posibles, como el cierre, que al final es la opción que hemos elegido. En este análisis los costes asociados que hemos calculado también se han tenido en cuenta, y como conclusión es que no había solución alternativa viable que permitiera la continuidad.

—Se escudan en la baja productividad, pero en estos años no han asignado nuevos modelos. ¿Se podría haber salvado la planta con nuevas asignaciones?

—Tras analizar las posibles alternativas de asignar un único modelo nuevo, ni haciendo eso, la planta sería rentable. La capacidad de producción que tenemos en el mundo entero es excesiva (7 millones frente a los 5 millones de ventas previstas) y había que recortarla. Teniendo en cuenta la tasa de uso de la planta, que está entre 20 y 24%, y viendo la tasa en los próximos años hubiese caído todavía más, estaba claro. No hay suficiente necesidad de producción en el mundo para salvar esa sobrecapacidad que tenemos. No había solución sostenible y viable.

—¿Cómo puede explicarlo a los trabajadores?

—Al analizar la situación actual no resulta nada fácil tomar una decisión tan compleja como esta. No es que tenga nada que ver con la calidad de la producción en Barcelona, ni con la calidad de los empleados, como ya dije cuando vine a presentar las inversiones de futuro. La intención de la empresa era tener en cuenta el valor de todos aquellos que trabajan en la fábrica y hacer honor a lo que habían demostrado en el pasado. Esperábamos que los mismos resultados siguieran. Ha sido muy difícil, una decisión que hemos adoptado teniendo en cuenta un enorme respeto por las implicaciones que tendrá en las personas. Queremos respetarlos y durante todo el proceso de consultas trabajaremos en base a ese respeto teniendo en cuenta lo difícil que va a ser para ellos y sus familias. Es algo que comprendemos.

—¿Se han llegado a plantear las propuestas del Gobierno de España y del Gobierno catalán?

—Hemos tenido conversaciones constantes y muy transparentes con el Gobierno de España y las autoridades catalanas, hemos celebrado varias reuniones para revisar las condiciones en la que hubiéramos podido continuar las actividades, en caso de ser posible, y hemos tenido un amplio debate sobre las medidas de apoyo del gobierno. Quisiera dar las gracias al gobierno por todos los esfuerzos que han dedicado y el apoyo para la posible asignación de un modelo en el futuro. Las ayudas se han debatido y se han tenido en cuenta también en los estudios que hemos realizado. Pero ni teniendo en cuenta esas ayudas el resultado del estudio es que no había solución posible.

—Hace meses vino para anunciar nuevas inversiones en la planta. ¿Cómo se pasa de eso a un cierre?

—En esos momentos la hipótesis con la que trabajábamos es que la planta estuviese fabricando la furgoneta eléctrica eNV200 más la pick up para Nissan, Daimler y Renault, y teníamos la previsión de invertir en el futuro en dos elementos principales, un nuevo taller de pintura y en las nuevas motorizaciones con la norma Euro6d para las pick up. Veíamos la continuidad de la planta en función de que se fabricara allí furgoneta eléctrica y las pick up. Así sí era viable.

—¿Qué pasó?

—Daimler anunció que se iba a interrumpir la producción de la Clase X a partir de mayo del 2020. Esta conclusión de Daimler, con quien fabricábamos la pick up y que representaba el 50% de la producción, alteró las cosas y con esos niveles productivos la planta no hubiera sido sostenible por la absorción de costes.

—La presencia en Europa se ciñe a Sunderland… una planta que queda fuera de la Unión Europea. ¿Es arriesgado, no?

—Queremos seguir estando presentes en Europa, concentrándonos en nuestros modelos más importantes que son los SUVs y los crossovers. Sunderland es una planta grande y muy productiva, con mucha experiencia. Aunque solo será positivo si las nuevas condiciones del futuro acuerdo comercial entre Reino Unido y la Unión Europa son sostenibles. Si no, cualquier resultado que pueda recaer en un equivalente a las relaciones con la OMC (Organización Mundial de Comercio) no llevará a una situación económica sostenible para las actividades económicas de Nissan.