Es una estampa reconocible del cine clásico de Hollywood. El crupier entona el consabido "no va más" con que se cierran las apuestas y la bola comienza a girar en el sentido contrario a la ruleta. Valga la imagen para describir la situación en la que ya parece irremisiblemente inmersa Portugal. Solo la mano invisible del Banco Central Europeo (BCE) parece capaz de sacar al país vecino del círculo vicioso. Y quizá ni la institución financiera pueda evitar lo que ya parece ineludible: el rescate.

Así las cosas, la pregunta parece ahora qué probabilidad porcentual hay de que España sea la siguiente pieza del dominó en caer. Al fin y al cabo, como señala una imagen acuñada desde hace meses en el mercado, es la "pieza mayor" de esta cacería. "Si lo supiera, estaría apostando en el mercado y mañana sería millonario". Lo podríamos decir cualquiera, pero cobra especial significado porque lo apuntó ayer en Madrid Christian Tegllund Blaaberg, jefe de estrategia de renta variable de Saxo Bank, una entidad que no se caracteriza precisamente por emitir juicios complacientes.

Y es que las reformas del Gobierno están logrando lenta y tímidamente ganarse cierto reconocimiento entre analistas y expertos. En una situación normal, debería bastar. Pero, claro, la actual dista mucho de serlo, y suceda lo que suceda al final, lo que está claro, por lo visto ayer, es que nos espera, como poco, un primer semestre caliente.

Las primas de riesgo --probabilidad de impago que perciben los mercados-- de los países más vulnerables de la zona euro se dispararon. La diferencia entre el bono español a 10 años y el alemán de referencia llegó a ampliarse hasta los 275 puntos básicos, pero luego se suavizó, al quedarse en los 267 puntos. La compra de bonos en el mercado secundario (el privado entre inversores) por parte del BCE logró estabilizar la situación.

Da que pensar, porque la semana pasada, en la que renacieron los problemas de la deuda europea, solo compró 113 millones de euros, el 31% menos que la anterior y el nivel de adquisiciones semanales más bajo desde octubre. Cabe preguntarse qué pasaría si actuase de forma más decidida y contundente.

En espera de acontecimientos, las bolsas, como es habitual, siguen anticipando lo peor. El Ibex 35, por una vez, no estuvo entre los peores de Europa, pero aun así cayó el 1,29%, hasta los 9.437,8 puntos. La banca, eso sí, sigue sufriendo la mayor parte del golpe de la crisis de la deuda por su exposición a Portugal y por los riesgos que supone para su propia financiación. El euro, a su vez, se despeñó hasta los 1,29 dólares.