México quiere dejar atrás una economía basada en la agricultura, la manufactura y la maquila. Y, sobre todo, evitar ser la sala de espera de la inmigración ilegal que quiere acceder a Estados Unidos. El contrabando de personas, auspiciado por mafias que cobran hasta 30.000 euros (cinco millones de pesetas) por inmigrante, es la enfermedad endémica de la frontera terrestre entre ambos países.

El contrapunto a esa situación lo constituye el estado de Veracruz. Sus 72.420 kilómetros cuadrados apenas representan el 3,7% de la superficie total de la república. Lo que no es óbice para que desde el centro del litoral del golfo de México actúe como la nueva puerta de acceso al país. O, como lo denominan sus responsables políticos, "la nueva frontera mexicana".

Esa puerta no se hubiera abierto sin la firma del Acuerdo de Gobernadores del golfo de México, una suerte de tratado comercial entre los estados mexicanos y estadounidenses vinculados por el litoral. "resultó más fácil el acuerdo con ellos que con Washington", explica el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán, para subrayar el significado de un plan común que ha desarrollado la economía y propiciado la creación de infraestructuras comunes.

La cuenca económica nacida del pacto político se ha convertido en un prominente eje de actividad productiva. El turismo, la petroquímica y los productos agropecuarios constituyen la base del crecimiento. Veracruz y sus puertos costeros se han transformado en la nueva conexión internacional mexicana. Y, sobre todo, en el nexo marítimo que le abre las puertas de la Unión Europea (UE).

UN NUEVO MEDITERRANEO

En ese escenario, sus casi siete millones de habitantes han visto cómo el estado mutaba en apenas un lustro. De tener una economía cimentada en la agricultura y la ganadería, Veracruz ha pasado a convertirse en la zona con mayor infraestructura turística y petroquímica del continente. "Nos llaman el Mediterráneo de América", explicó el gobernador Alemán en una reciente visita a Barcelona.

Hace tres años, su riqueza representaba el 4% del producto interior bruto (PIB) mexicano. Ahora, la aportación ronda ya el 7%. ¿Cómo se produce esa transformación? Básicamente, gracias a dos fórmulas. "Diversificamos el comercio de Veracruz hacia Europa", explica Everardo Sousa, secretario de Desarrollo Económico, a la vez que se intenta captar inversión extranjera. "La mejor manera de superar los atrasos del país --añade-- es abrirlo a la inversión privada".

La progresión reciente no ha contrarrestado muchos de los desequilibrios históricos que arrastra Veracruz. "Somos una región con superávit en petróleo, pero somos deficitarios en gasolina", admite Alemán.

La vocación exportadora es patente. A través de Barcelona, y en menor medida, Valencia, Amsterdam y Marsella vende a los países de la Unión Europea café, pimienta, zumos de cítricos, petróleo, artículos textiles y manufacturas.

Las empresas españolas también han apostado por el área. A medida que se ha mejorado el marco legal y la seguridad jurídica para la inversión extranjera, compañías eléctricas como Unión Fenosa --que produce energía suficiente para todo el estado de Veracruz desde Tuxpan-- e Iberdrola, constructoras como Dragados y FCC y, sobre todo, la banca --"que abrió la puerta al resto"-- han decidido que allí se abre otra frontera al negocio.

Más allá de unos abundantes yacimientos petrolíferos y de gas, el principal recurso natural del estado de Veracruz es un intangible. La imponente belleza natural de su territorio y la disponibilidad de una oferta cultural de gran interés han convertido el sector turístico en uno de los ámbitos económicos de mayor proyección.

Los 745 kilómetros de costa y un benigno clima, con una temperatura media anual de 25 grados, constituyen un marco que otros destinos mexicanos como Cancún y Acapulco explotan turísticamente desde hace ya varios años. No es ésa, en cambio, la voluntad del Gobierno. "Apostamos por una oferta de turismo cultural y de aventura", explica Porfirio Serrano, secretario de desarrollo regional. De hecho, aunque las grandes cadenas hoteleras --entre otras, las españolas Barceló o Meliá-- invierten allí, han adaptado su oferta para intentar eludir el turismo masivo.

El estado de Veracruz es uno de los dos destinos preferidos por los mexicanos. Sólo el 10% de los más de ocho millones de visitantes que recibe son extranjeros, una tendencia que se está corrigiendo gracias a la mejora de las infraestructuras.

TURISMO CULTURAL EN AUGE

"Estamos haciendo un esfuerzo receptor de visitantes", explica un miembro del Ejecutivo. La red hotelera tiene una capacidad de 15.000 habitaciones. Además del sol y la playa, el turismo cultural y de aventura constituye una de las vías de crecimiento más florecientes.

El peso del turismo es creciente. El 63,1% de toda la producción procede de los servicios, sector que emplea al 24,2% de la población.

Veracruz aspira a quebrar los tópicos. Tras las escenas de Sara Montiel, Gary Cooper y Burt Lancaster en la película que popularizó su nombre en 1954, subyace otra realidad: un proyecto de transformación hacia una urbe moderna, abierta al turismo de negocios.