Durante un tiempo, el mundo se unió para consensuar una estrategia con la que salir de la crisis, pero hoy las tácticas se han desacompasado. Mientras Estados Unidos sigue apostando por mantener los estímulos, las economías europeas se han visto forzadas a acometer una serie de importantes recortes para contener el aumento de déficit y deuda. Ese cambio de ritmo no es visto con buenos ojos por el presidente estadounidense, Barack Obama, que ha enviado una carta a los miembros del G-20 una semana antes de su reunión en Toronto pidiendo a Europa que no retire sus medidas de estímulo demasiado rápido.

"Nuestra prioridad debe ser salvaguardar y reforzar la recuperación", escribe Obama, que apuesta por "ser flexibles al ajustar el ritmo de consolidación y aprender de los errores del pasado, cuando los estímulos se retiraron demasiado rápido, lo que provocó nuevos problemas económicos y recesión". Es más fácil pedir la cooperación que lograrla y las divergencias planean sobre la reunión de Canadá. En EEUU, pese a todo, los estados acometen recortes similares a los europeos.

Obama se ha visto forzado a renovar la promesa de recortar en el 2013 un 50% su déficit (el 10% del PIB) y dejarlo en el 3% para el 2015. En ámbitos como la reforma financiera hay discrepancias con el plan europeo.