El equipo del presidente electo de EEUU, Barack Obama, es favorable a ayudar con dinero público a las tres grandes empresas automovilísticas del país (General Motors, Ford y Chrysler), que corren el riesgo de declararse en quiebra. "La industria automovilística es parte esencial de nuestra economía y nuestra base industrial", dijo Rahm Emanuel, jefe de gabinete de Obama, aunque no aclaró si la ayuda debe salir del plan de rescate del sector financiero.

El argumento para ayudar a los bancos es que son claves para el sistema económico. En el caso de los gigantes automovilísticos, son demasiado grandes para que sea recomendable dejarlos quebrar, ya que emplean directamente a 250.000 personas e indirectamente hasta a cuatro millones más. Pero la Casa Blanca se ha mostrado reacia a ayudar a los gigantes automovilísticos por temor a que se produzca una catarata de intervenciones públicas en empresas.