La ONU dio ayer el primer paso para intentar superar la crisis alimentaria generada por el aumento de los precios de los alimentos. La organización presentó un plan de combate basado en la ayuda de los donantes y acordó formar una mesa de trabajo junto al Banco Mundial y el FMI para afrontar la situación.

"La prioridad inmediata es alimentar a los que sufren hambre", aseguró el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Para poder garantizar dichos alimentos, su plan solicita la colaboración de los países donantes para lograr 1.600 millones de euros. El monto es necesario para que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) dé de comer a 100 millones de personas y para que la FAO provea semillas, fertilizantes y alimentos para el ganado para aumentar su producción.

"Si no se cubren plenamente los fondos que hemos solicitado a los donantes, nos arriesgamos a que aumente aún más el hambre, la malnutrición y a que estallen disturbios sociales a una escala sin precedentes", dijo el secretario general. Ban también aseguró que parte de la llave para resolver esa crisis está en manos de los países industrializados, a los que pidió que pongan fin a los subsidios agrícolas. "Los subsidios de los países ricos que distorsionan el comercio perjudican la producción de alimentos en los países pobres", dijo el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Pascal Lamy. "Una reducción de hasta el 75% de esos subsidios" y la "eliminación de la totalidad" de los incentivos a las exportaciones serían necesarios.

CREDITOS FLEXIBLES Sin embargo, el plan de la ONU no recomienda una moratoria a la producción de biocombustible ni el establecimiento de un mecanismo para controlar la especulación financiera sobre los alimentos en el mercado internacional, como han propuesto algunos expertos y organizaciones no gubernamentales.

A la cruzada de la ONU se unió el Banco Mundial, cuyo presidente, Robert Zoellick, dijo que estudia facilitar créditos a los países más vulnerables que permitan la financiación de proyectos. Zoellick se opuso a que los países limiten las exportaciones.

Pese a la situación de urgencia, hubo lugar para el optimismo en el discurso de Ban: la crisis alimentaria puede ser un revulsivo que ayude a actuar a largo plazo y se convierta en una oportunidad para sacar de la miseria a millones de personas, especialmente en Africa. "Estoy convencido de que podemos manejar la crisis global de los alimentos. Tenemos los recursos. Tenemos el conocimiento. Sabemos lo que hacer. Por tanto deberíamos considerar esto no solo como un problema, sino como una oportunidad", aseguró.