Puede parecer un contrasentido, pero en España, el ministerio que negocia cuánto cuesta el achatarramiento de los coches viejos es justo el mismo que vela por la innovación de las empresas y el desarrollo científico. Es apenas una paradoja más en un país en el que coexisten uno de los parques automovilísticos más antiguos de toda la Unión Europea con un ministro de Ciencia y Tecnología ocupado con cualquier menester salvo el asignado, y un sector de fabricantes que vive tal y como nació, llorando.