Tres banqueros, tres estados de ánimo. Tenemos al optimista, que se declara "muy contento" con el rumbo del Gobierno (Emilio Botín, Santander). Al precavido, que ve avances pero teme retrocesos (Francisco González, BBVA). Y, ayer, al preocupado: Angel Ron, presidente del Popular, que aún percibe "nubarrones, incertidumbre y desconfianza" en torno a la economía española.

Las tres posturas son válidas, porque la percepción sobre la economía española ha mejorado de forma clara en las últimas semanas, pero su situación sigue sin poder calificarse de normal. La prima de riesgo --diferencia de rentabilidad entre el bono español a 10 años y el alemán de referencia en la compraventa entre inversores privados, indicador del riesgo de impago percibido por el mercado-- se situó ayer en los 188 puntos básicos. Lejos de los cerca de 250 de hace unas semanas, pero aún más de los entre 30 y 90 que los banqueros consideran deseables.

La semana ha tenido traído alegrías --la aprobadora visita de Angela Merkel, gendarme de la política económica europea, precedida del pacto social que endurece las pensiones; la caída de la economía en el 2010, que fue del 0,1%, dos décimas menos de lo previsto-- y pesares (la reforma de las cajas ha revolucionado el sector, pero no termina de convencer a los mercados).

Habrá que ver cómo evolucionan estos asuntos, y también el nuevo frente que se ha abierto: la contención de los salarios. Merkel, cuyo ascendente sobre el presidente español es evidente, ya ha dicho que no le gusta cómo en España se vinculan a la inflación. Una postura que el Banco de España defiende desde hace tiempo y que ayer reiteró. El Consejo Europeo pactó ayer flexibilizar el fondo europeo de rescate, como quería España, pero también aceptó impulsar el pacto por la competitividad que proponía Alemania, y que pasa por tocar los salarios.

Así las cosas, el ímpetu del Ibex 35 se ha frenado un tanto, con lo que el selectivo ha cerrado la semana en los 10.854,7 puntos, el 1% más que siete días antes y el 0,06% menos que el jueves. Los resultados de los bancos, claves en la recuperación, han pesado menos que las dudas que todavía provoca el plan de las cajas.