El Jaco da media vuelta y encara la salida del puerto pesquero de Barcelona, dejando tras de sí las fosas nasales impregnadas de olor a mar y unos pocos boquerones que se han caído de cubierta al descargar. Una oportunidad que las gaviotas, acechantes espectadoras del desembarco de mercancía, no dejan escapar. El balance de la salida de este barco es de cinco cajas de boquerones y una de dorada, tantas cajas como tripulantes van a bordo de la nave. «Mal día», masculla un pescador jubilado, que con un poco de hilo y un cacho de madera pasa la mañana. Ya lleva tres peces y pasan pocos minutos de las nueve cuando se anuncia de un bocinazo al otro lado del puerto un macrocrucero cargado de turistas.

«Si en una semana te sacas 200 o 300 euros es que ha sido una buena semana. Hay otras que no sacas nada. Yo por eso el balance siempre lo hacía al final de año, para saber si me había ido bien o no», cuenta José, de 39 años. Si bien ahora está empleado en la cofradía, este antiguo pescador tiene más de 15 años de experiencia en el mar, desde que con 14 se embarcó con su padre. «Este oficio lo tienes que llevar en la sangre. Yo empecé con 14, de piratilla», cuenta.

SISTEMA DE REMUNERACIÓN / La remuneración de los pescadores de pesca artesanal o «de bajura» se basa en un sistema de «partes». Es decir, del total de la captura se descuenta un porcentaje para la cofradía, que puede oscilar entre el 3% o el 5%, dependiendo de cada puerto, y los gastos del barco. El monto restante se reparte al 50%-50% entre el propietario del barco o armador y la tripulación. El problema de este sistema es que, si no se saca nada, los pescadores no cobran nada y no tienen siquiera un salario mínimo.

«La pesca es una profesión que pasa de padres a hijos, muy dura y muy vinculada a los usos y costumbres. Antes, que se pescaba mucho más, el sistema de partes permitía ganar mucho dinero», cuenta el enlace del sector del mar del sindicato Comisiones Obreras, Isidoro Javier Barcala.

El pasado agosto, la Inspección de Trabajo reconoció al colectivo de pescadores de bajura el derecho a reclamar a su empleador cobrar según el salario mínimo interprofesional (SMI). Ahora este está en la fase de cómo articularlo dentro del actual sistema de pagos, pues uno de los riesgos que temen desde Comisiones Obreras es que esa base mínima echará atrás en la contratación a los armadores pequeños y que los grandes lo tomarán como referencia.

Las cofradías de pescadores están experimentando descensos importantes en el número de trabajadores registrados, que en algunos casos llega a la desparición de casi la mitad en 10 años. «No está habiendo un relevo generacional. Se gana poco y los chavales de hoy en día son más flojos», reflexiona Juárez.

DE ALTURA / Pese a que en la pesca de altura y gran altura sí imperan los salarios, combinados con los pluses por captura, la patronal Cepesca también ve en la escasez de tripulantes «el problema más grave» con el que tiene que lidiar el sector, según cuenta su secretario general, Javier Garat. Esta organización se encuentra en vías de extender un programa piloto de formación profesional (FP) dual que, según explica Garat, ha dado muy buenos resultados en los puertos de Vigo y Burela. La idea es conectar y agilizar la formación de los más jóvenes para incentivar ese relevo generacional. Paralelamente, Cepesca también ha activado un plan B que consiste en pedir al Gobierno una mayor agilidad burocrática para poder contratar personal del extranjero.

POLÍTICAS PÚBLICAS / En esa evolución del empleo no han sido neutrales las políticas públicas, según señala la onegé Greenpeace en su informe Empleo a bordo. «La política de subvenciones de los sucesivos gobiernos en España ha favorecido la creación de una gran flota industrial, de altura, que ha dejado de lado la pesquería de bajura y tradicional», señala.

Según los datos que recoge el informe, la pesca artesanal, con métodos estadísticamente menos invasivos con el medio ambiente y más estable en proporción con el empleo, ha bajado desde el 1995 el 34%, mientras que la industrial ha crecido durante ese mismo periodo alrededor del 70%.

Es un diagnóstico con el que coincide alguien que ha vivido dicha evolución, el patrón mayor de la cofradía de Barcelona, José Juárez. «En los barcos pequeños la pesca es un juego de equipo, hay más libertad y menos jerarquía. Se siente más el oficio», comenta Juárez, rememorando sus más de 40 años a bordo. Algo que en una profesión tan sacrificada como esta, no es poco.