La forma de financiar el plan de la Comisión es una negociación que entronca con el nuevo presupuesto plurianual para el período 2021-2027 que también se aprobó ayer con un volumen de 1,1 billones de euros para los próximos siete años y que junto al nuevo fondo elevan la potencia de fuego del nuevo presupuesto hasta los 1,850 billones de euros. El intento por despejar el camino a este marco presupuestario terminó en febrero en fracaso por las discrepancias entre el norte y el sur . La incorporación de una pieza más a este debate -el nuevo fondo de reconstrucción lanzado por la Comisión Europea- podría complicar aún más la tarea de alcanzar un acuerdo.

Para aumentar los recursos propios con los que financiar el plan de reconstrucción, la Comisión Europea propone a los países establecer una serie de nuevos impuestos muy vinculados con el medioambiente, en línea con la denominada fiscalidad verde. Se trata de una tasa al plástico, así como el sistema de comercio de emisiones o un gravamen al carbono en frontera aunque también podrían incluirse una nueva tasa digital, como la que defienden países como Francia o España, que estaba dispuesta a pon erla en marcha en caso de pocder disponer de Presupuestos para el presente ejercicio. Otra de las medidas es gravar más a las grandes empresas.

El camino hasta un plan para apoyar a los distintos países miembros para paliar los efectos del coronavirus no ha estado exento de dificultades. La mayor de ellas la protagonizan las diferencias entre los países más ricos del nortes, especialmente Holanda, pero también Austria y los países nórdicos, que abogaban por prestar a los países necesitados, es decir, proporcionar fondos pero con contrapartidas. En cambio, España o Italia han defendido siempre la mutualización de la deuda. De esas diferencias surgió la propuesta lanzada por la cancillera alemana, Angela Merkel; y el presidente de la República francesa, Enmanuel Macron.

Tanto el presidente de la Eurocámara, David Sassoli, como la mayoría de los grupos se mostraron a priori satisfechos con los planes de Bruselas para el nuevo fondo de recuperación, porque recogen buena parte de sus peticiones, son un salto relevante y van en la buena dirección, aunque ahora esperan que se concrete en un acuerdo ambicioso «Estamos en un punto de inflexión para tener políticas basadas en la responsabilidad y no la austeridad», valoró Sassoli que ha reclamó recursos propios para «ser autosuficientes» y que la Unión Europea disponga de medios con los que financiarse al margen de las transferencias nacionales.

El nuevo fondo propuesto por la Comisión Europea se sumará al plan de créditos de 540.000 millones avalado por los líderes de la Unión Europea el pasado 23 de abril, tras ser aprobado a principios del mismo mes. Un plan de emergencia a corto plazo basado en tres pilares: una línea de crédito de 240.000 millones de euros del Fondo de rescate europeo (MEDE) a disposición de los gobiernos con problemas de financiación, un instrumento de 100.000 millones para apoyar el mantenimiento del empleo (SURE) y una nueva línea de 100.000 millones en garantías del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para financiar a las pymes y aprobada este pasado martes.