Reformas, austeridad y bajada de impuestos. Así sintetizó ayer el PP los acuerdos que el G-20, incluido el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, adoptó el sábado en Washington. Y, sin complejos, los populares no dudaron en afirmar que esas premisas son la esencia de las propuestas que defienden "todos los días" para paliar los efectos de la crisis. Porque, a falta de críticas a la intervención de España en la cumbre --bien acogida incluso por la oposición--, ayer tocaba constatar una obviedad: la reunión ha terminado, pero la crisis continúa.

El vicesecretario de política autonómica y municipal del PP, Javier Arenas, aseguró que su partido plantea "día a día" en el Congreso lo mismo que acordaron los mandatarios mundiales en EEUU. Por ello, el responsable popular de asuntos económicos, Cristóbal Montoro, emplazó a Zapatero a tomar "decisiones inmediatas contra la recesión" sin esperar a la próxima cita del G- 20, a finales de abril del 2009.

"La cumbre ha acabado y la crisis de España va a seguir con nosotros. Esa crisis aquí se llama paro y falta de competitividad, y hay que abordar estos problemas con políticas nacionales", sostuvo Montoro, para quien la cumbre ha constatado que la globalización y la economía de mercado son positivas. El portavoz de Exteriores del PP, Gustavo de Arístegui, reprochó al Ejecutivo de Zapatero falta de ideas y propuestas "reales y viables".

La intervención de Zapatero ante los líderes del G-20 fue recibida con "orgullo" en las filas socialistas, donde se ve un antes y un después en la política exterior española. La secretaria de política internacional del PSOE, Elena Valenciano, aseveró que España ha conseguido que "su voz sea valorada" y considerada como una de las más importantes del futuro.

Mientras, el líder saliente de IU, Gaspar Llamazares, sacó tiempo de su movida asamblea federal para criticar a Zapatero, a quien atribuyó "un exceso de seguridad", que le llevó más a conservar que a cambiar.