No va sobrada de confianza la economía española como para tener que encajar todos los golpes sin inmutarse. La enmarañada situación sobre el déficit público, su efecto en la deuda soberana, y la repercusión de la caída de esta sobre el sector bancario se deja notar a cada revés. Ayer se sumó el Nobel de Economía Paul Krugman a quienes piensan que el problema del euro no es Grecia, sino España. A perro flaco... El comentario sirvió para que el mercado español cayera más del doble que el resto de parquets europeos. El Ibex 35 se dejó el 2,27%, hasta los 10.888 puntos. Para los amantes de las comparaciones, se trata de la tercera mayor caída del año.

El sector financiero fue el más perjudicado, comenzando por los grandes bancos que bajaron en torno al 4%. El Banco Santander debe presentar hoy sus resultados anuales. Habrá que ver si la caída de ayer guarda alguna relación con las cuentas, si bien, los analistas esperan que Botín cumpla con las previsiones.

Entre los valores del Ibex, el mayor descalabro fue para el Popular (-4,59%) y Mapfre (-4,48%). La aseguradora presentó beneficios a la baja, mientras que algunos fondos están abandonando posiciones cortas en el banco. Otras de las financieras a la baja fueron Bankinter y Banesto. En el lado opuesto, Telecinco presidió las ganancias al subir el 2,54%, seguida de Grifols, que ganó el 1,95%; Enagás, que sigue rentabilizando sus resultados y fue objeto de un informe favorable, avanzó el 1,53%, mientras que Ebro Puleva subió el 1,33%.

Al margen de la particular situación del mercado español, las cifras de ISM no manufacturero de EEUU decepcionaron a los inversores. El ritmo de crecimiento del sector de los servicios parece bastante inferior al manufacturero, pese a que su peso en la economía es mayor. También tuvieron una repercusión negativa los resultados conocidos de las grandes compañías, como Pfizer que ganó un 6,5% más, pero sus títulos cayeron notablemente.