La doctrina vigente en Wall Street, invariable a pesar del terremoto financiero que el propio Richter no registró en su escala, es que cuanta más libertad de mercado, mejor. La vigilancia, y más si es pública, sienta mal a los especuladores. Pero ayer no sucedió así, en cumplimiento de otro principio de la paradoja bursátil: sube cuando lo lógico es que baje, y al revés.

Resulta que el fin de semana los responsables de los principales bancos centrales del mundo se reunieron en Basilea para aprobar la norma contable Basilea 3, que ya parece más bien el nombre de un concilio. Con no pocas disensiones, ese acuerdo indica que a partir de ahora, y con un plazo de adaptación mucho mejor que los afectados aplican a un moroso, los bancos deberán guardar mucha más parte de su capital de lo que hacían hasta ahora para hacer frente a crisis futuras (es decir, para cuando hayan arriesgado demasiado). Pasará del 2% --en España se cumple de sobras-- al 4% de su capital. Los inversores dicen que aumentan las garantías de los bancos, y como serán más solventes, vale la pena invertir en ellos. Lo que ayer no quedaba claro es quién paga el otro efecto: los bancos ganarán menos, porque deberán guardar más capital. Cuando esta tendencia domine, será la excusa para cotizar los valores bancarios a la baja. Pero ayer tocaba respiro alcista y la tendencia recorrió todos los continentes.

A media sesión Wall Street subía casi un punto, sin temor a que los indicadores económicos de los próximos días no sean tan halagüeños. El Ibex cerró su sesión con un alza del 0,71%, con el índice en la cota de 10.765 puntos. Todos los grandes valores subieron: BBVA, el 1,69%; Banco Santander, el 0,56 %; Repsol, el 0,48%; Telefónica, el 0,45%, e Iberdrola, el 0,26%. El sector financiero lideró las ganancias del Ibex, con Bankinter en primer lugar con una subida del 2,32%, en tanto que Mapfre avanzó el 2,23%. De las compañías con pérdidas destacó la caída del 1,42% de Sacyr.