Como ya habían pronosticado los expertos y terminó por reconocer el Gobierno, la inflación se disparó en julio hasta un nivel desconocido: el 5,3%, dos décimas más que en junio y tres puntos más que en julio del año pasado. El indicador adelantado IPCA nunca había alcanzado una tasa tan alta desde que comenzó a elaborarse en enero de 1997. Pese a que la brutal escalada del petróleo comenzó a moderarse hace dos semanas, su impacto en los precios finales tarda un tiempo en producirse y todavía se deja sentir.

El Ejecutivo estima que la vertiginosa subida de los precios no ha tocado techo y teme que el dato de agosto --mes tradicionalmente inflacionista por el turismo-- sea peor. Así lo admitió esta misma semana el vicepresidente económico, Pedro Solbes, quien, sin embargo, trató de esbozar un retazo de optimismo. Si el crudo sigue bajando, aventuró, "posiblemente se podría ver una sorpresa" antes de septiembre.

El dato definitivo de la inflación se conocerá el 13 de agosto, pero no cabe esperar nada bueno porque no suele diferir en más de una o dos décimas. El adelantado no para de subir desde septiembre del 2007, salvo por un respiro en abril (cedió cuatro décimas, hasta el 4,2%). De confirmarse, será la tasa más alta desde diciembre de 1992.

Lo peor es que el diferencial de España con la zona euro --clave para la competitividad de la economía-- se ha vuelto a ensanchar. La inflación de la zona euro ha marcado un nuevo récord histórico (4,1%, una décima más que en junio), pero la mayor dependencia energética española (en torno al 80% de la energía primaria se importa) ha elevado la brecha a 1,2 puntos, uno más que en junio.

EXPECTATIVAS Las perspectivas, con todo, no son tan malas. El Gobierno confía en acabar el año con la inflación por debajo del 4%. El servicio de estudios del BBVA avaló ayer esta tesis al augurar una tasa del 3,8% o el 3,7% para el final del 2008 y menor del 3% para final del 2009.

Pero el mal dato de julio despertó muchas voces de alarma. La patronal CEOE reclamó al Gobierno la liberalización total de los sectores productivos como mecanismo idóneo para controlar la inflación y pidió la menor intervención "posible" de las administraciones en los mercados.

Por su parte, los líderes de CCOO y UGT, José María Fidalgo y Cándido Méndez, lamentaron el efecto de la alta inflación sobre la competitividad de la economía y sobre la renta de los trabajadores que no están protegidos por cláusulas de revisión salarial, que garantizaban ganancias "moderadas" de poder adquisitivo. El portavoz económico del PP, Cristóbal Montoro, afirmó que la economía "roza la recesión con una inflación alta" y acusó al Gobierno de estar de "vacaciones mentales".