La larga historia sobre el futuro de Opel entró ayer en un nuevo capítulo después de que General Motors decidiera ceder a sus filiales europeas sus patentes y tecnologías. Una vez liberado de deudas y lejos del fantasma de la quiebra del gigante de Detroit, el fabricante de coches europeo sigue necesitando un nuevo inversor para esquivar su propia bancarrota, pero las condiciones han cambiado.

El Gobierno alemán pretendía decidir anoche cuál de las ofertas presentadas hasta ahora podía sentar mejores bases para el futuro de la empresa. Pero ni Magna, ni Fiat, ni el inversor estadounidense Riplewood --ni tampoco ese inversor chino fantasma aparecido en el último momento-- parecían haber logrado convencer al Ejecutivo alemán, y ayer por la tarde volvía a sonar con fuerza la opción de crear una empresa fiduciaria que acoja los activos de Opel temporalmente para ganar tiempo hasta que mejoren las ofertas o aparezca un nuevo inversor más fiable.

DECISION FINAL A la reunión de ayer organizada por Angela Merkel en la cancillería junto a sus ministros de Economía y Finanzas, los primeros ministros de los estados federados con plantas de Opel y los inversores interesados, asistieron también representantes del Ministerio de Finanzas de EEUU, que siguen teniendo voz en la decisión final, especialmente para la creación de la supuesta empresa fiduciaria.

La opción había sido rechazada desde los cuarteles generales de GM en Detroit, pero tras la separación anunciada ayer, el consejo de vigilancia de Adam Opel GmbH votó a favor en una reunión extraordinaria. Los medios alemanes daban por seguro que este sería el único resultado que saldría del encuentro de ayer en la cancillería.

Desde el resto de países europeos con plantas de General Motors Europa (España, Bélgica, Reino Unido y Polonia) llegaban ayer numerosas críticas sobre esta actitud del Gobierno federal de Angela Merkel, que parece defender únicamente el futuro de las plantas y trabajadores alemanes de Opel.