El primer ministro italiano, Romano Prodi, aseguró ayer que "desde un punto de vista político, no hay ningún problema" para la fusión entre las concesionarias de autopistas Abertis y Autostrade, porque las condiciones para la operación sólo dependen "de las dos empresas". "No hay un problema de estar cerrado a España", dijo. Abertis, "por el momento, tiene posibilidades de entrar".

Al mismo tiempo que decía esto en una rueda de prensa conjunta con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, Prodi reafirmaba sus planes de seguir adelante con el proyecto de decreto sobre empresas concesionarias. El problema es que este decreto es el que pone en peligro la fusión. Prodi dijo que no existe un problema "italo-español", sino "un problema italo-italiano" que el decreto quiere resolver y que tiene que ver con el incumplimiento de los compromisos de inversión de Autostrade.

Zapatero dijo que "como presidente español, deseo que una inversión de empresas españolas acabe bien en un país como Italia", dentro de un clima de "cooperación". No obstante, aclaró que se trata de "una cuestión que afecta a empresas" en la que los gobiernos sólo pueden "ayudar, canalizar".

ALEMANY, OPTIMISTA De tan complicado galimatías era difícil extraer ayer una conclusión sobre el futuro de la fusión amistosa entre Abertis y Autostrade para construir el primer grupo del mundo en concesiones de autopistas. No obstante, el consejero delegado de Abertis, Salvador Alemany, señaló que "hay voluntad de encontrar una solución y espero que se encuentre.