Kevin Ham, un médico estadounidense de origen chino, tiene un imperio de 250 millones de euros, que conforma el mayor patrimonio de internet. Sus propiedades, sin embargo, son estrictamente virtuales: unas 300.000 direcciones o dominios, que le permitirían crear otras tantas páginas web, la mayor concentración de la red. Su afición le ha llevado a acaparar términos relacionados con el concepto boda.

Los dominios son lo más parecido a una propiedad inmobiliaria en la red y, como en el mundo real, están sujetos a especulación, la compraventa, e incluso a la acción de los okupas . Ni Google, con su capacidad de dirigir resultados hacia cualquier página y sus restricciones a las páginas falsas, ha conseguido acabar con la codicia por los nombres más comunes, que atraen tráfico directo y, por tanto, publicidad y dinero. Muchas personas dedican tiempo y recursos a ello, porque aseguran que, como actividad especulativa, engancha. Son los domainers , que rastrean la red buscando el chollo.

En el negocio quedan hitos como la venta de Sex.com por 10,4 millones de euros, pero todavía hay casos de ventas espectaculares, como Porn.com, que se ha vendido por 7,1 millones de euros. Otro inversor conocido de los españoles, Chris Chena, ha situado su cartera (con futbol.com o deportes.com) por 7,4 millones de euros.

"La compraventa de dominios cada vez es más negocio porque cada vez es más real. Hay más gente e incluso empresas y fondos financieros invirtiendo en buenos dominios", afirma Carlos Blanco, uno de los homólogos españoles de Ham. El creador del grupo Itnet y cofundador de los First Tuesday en España tiene más de 8.000 direcciones registradas, en las que ha invertido unos 300.000 euros en subastas o ventas directas. Asegura que son negocio porque le dan unos 150.000 euros al año gracias a los anuncios.

"Registro nombres genéricos. En el mundo de los domainers está mal visto registrar marcas, porque te pueden demandar", explica Blanco. Y es que si una empresa demuestra ser propietaria de la marca que coincide con un dominio, puede recuperarlo apelando a la Organización Mundial de Propiedad Industrial (OMPI, o WIPO en inglés).

Otros internautas acumulan direcciones para crear empresas y proteger los nombres que se parecen o que están relacionados. "Esto es como el que se compra un terreno y quiere asegurarse de no tener a nadie al lado", explica Eladio Latrata, de Movie Name. El empresario admite tener un millar de direcciones y su cartera tiene fama de ser de las mejores, con webs como musica.com, modelos.com, o videojuegos.com, con negocios de lo más rentables y tráfico asegurado en las páginas, por la facilidad del nombre.

Latrata desconfía de las subastas y aconseja a los inversores "decidir qué actividad interesa, ver quién tiene un genérico. Los grandes tratos se hacen entre personas, no a través de subastas", explica. El inversor asegura que ha llegado a obtener beneficios del 10.000% con algunas compras. Como cuando descubrió en Miami que "las tiendas ponían su web en las bolsas que daban a los clientes".

Pero algunos no crean negocios. Tan solo sitúan dominios en una página y esperan visitas que les permitan saber si la audiencia cree que son rentables. Son los llamados parkings , una práctica contra la que los buscadores como Google han comenzado a adoptar medidas, como desplazarlos de las primeras posiciones del ránking.

El negocio tiene margen de acción, porque según Snapnames, hay unos 20.000 nombres que quedan libres cada día. Algunos pasan a subasta porque son los propios registradores quienes avisan a los subastadores mediante acuerdos exclusivos. Otros se anuncian en páginas como Caducan.com o Domisfera, que alertan a sus suscriptores de la oportunidad.

Para otros, estas historias son el "cuento de la lechera. Es un negocio como otro, pero no te permite retirarte", dice Jordi Hinojosa, director del registrador Nominalia.