Querían una multitud en la calle, y la tuvieron de sobras. El centro de Madrid se convirtió ayer en una marea humana teñida de rojo y blanco, los colores de CCOO y UGT. El metro y los autobuses procedentes de toda España no paraban de descargar a manifestantes durante las horas previas a la primera movilización general desde el inicio de la crisis. "El éxito es más que evidente", aseguró el líder de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, que al igual que su homólogo de UGT, Cándido Méndez, eludieron precisar cuantificar en público la cifra de manifestantes y hablaron de cientos de miles de personas.

Sin embargo, fuentes sindicales se aventuraron a decir que habían congregado más de 200.000 personas, una cifra a mucha distancia de los mejores primeros de mayo y que sitúa la protesta de ayer a la altura de otras manifestaciones históricas. CCOO y UGT movilizaron a unas 50.000 personas de fuera de Madrid, a las que se sumaron afiliados y delegados de la capital y numerosos "espontáneos" al margen de los aparatos sindicales. La empresa de medición de actos públicos Lynce rebajó los manifestantes a un máximo de 37.860. En todo caso, los sindicatos consiguieron su objetivo de salir reforzados para afrontar con más fuerza la negociación de la futura reforma laboral.

NUEVAS MOVILIZACIONES Se sintieron tan arropados que incluso llegaron a esgrimir, sin nombrarla, la huelga general en la que pensaban una buena parte de los manifestantes. Toxo y Méndez fueron los más tibios y se limitaron a reiterar sus peticiones de buscar un equilibrio en las medidas y advirtieron de que cualquier intento de encontrar un "atajo" para crear empleo todavía más precario y con menos derechos dará lugar a conflictos laborales "de otra naturaleza". El más claro fue el máximo responsable de la UGT en Madrid, José Ricardo, que anunció que están dispuestos a llegar "hasta donde haga falta" para defender el empleo.

Toxo intentó salir al paso de las críticas, desde dentro de los sindicatos y desde fuera, de una excesiva tardanza en convocar un movilización de este calibre recordando las protestas por los innumerables conflictos laborales en empresas como Nissan ya en el último trimestre del 2008. Algunos afiliados sindicales admitieron ayer a este diario que la demora en llevar a cabo una demostración de fuerza masiva se debía, en buena parte, a la falta de seguridad de las cúpulas en la respuesta que obtendrían debido a cierta desmotivación. "La respuesta ahora ha sido muy buena", aseguró una militante de CCOO.

"La sociedad necesitaba una gran demostración de fuerza democrática. Representamos a la inmensa mayoría frente a una minoría con muchos privilegios y poder que ataca a los sindicatos", afirmó de forma tajante Cándido Méndez al inicio de su intervención frente a la multitud que consiguió acercarse hasta la Puerta de Alcalá. Frente a las viejas recetas de cinco reformas laborales anteriores que "han sobrepasado el ajuste de la tuerca", el dirigente ugetista propugnó dar marcha atrás en la modalidad de despidos exprés que introdujo José María Aznar y dar más margen a los despedidos con un fallo a su favor para que elijan entre indemnización y reincorporación. Por su parte, Toxo afirmó que "hay varias alternativas distintas a las que quieren imponer los portavoces de la minoría". "La reforma laboral --añadió el dirigente sindical-- no es obligatoriamente sinónimo de recorte de derechos".

NEGOCIACION El líder de Comisiones Obreras recordó que, antes de empezar a negociar tanto un acuerdo de moderación salarial como nuevas medidas laborales, la CEOE tiene que acatar previamente los pactos de subidas salariales que todavía quedan pendientes.

Pero el Gobierno también tiene que hacer los deberes, entre los que se encuentra la subida del salario mínimo a 800 euros. Para Méndez, el anuncio de José Luis Rodríguez Zapatero de dar prioridad a la reducción del déficit responde una "visión contable" en un momento en que tiene que anteponer la inversión. Pero reconoció el esfuerzo del ejecutivo para dar el nuevo subsidio de 420 euros.