Las comunidades gobernadas por el PSOE se están moviendo más rápido que las dirigidas por el PP para asegurarse un papel predominante en la reordenación del sistema financiero que está en curso. Andalucía y Cataluña están liderando los primeros movimientos de fusiones para evitar que sus cajas caigan en manos de otras comunidades. En cambio, Caja Madrid, la principal entidad controlada por los populares, tiene problemas para encontrar una operación que permita a su presidente, Miguel Blesa, mantener el cargo.

Así, el consejo de administración de la malagueña Unicaja ratificó ayer el "protocolo de intenciones" para fusionar la entidad con la cordobesa Cajasur. La operación ha logrado la luz verde del Banco de España, cuenta con apoyo financiero del Fondo de Garantía de Depósitos (casi 1.000 millones de euros) y, sobre todo, está alentada por la Junta de Andalucía, que se ha comprometido a cambiar la ley de cajas de la comunidad para encajar a la Iglesia --institución fundadora de Cajasur-- en la nueva entidad.

Caja Madrid, interesada en el norte y el levante, ha proclamado su intención de "salir del proceso de reordenación más fuerte y con perspectivas de futuro". Una operación, además, que paralizaría dos años el proceso electoral en marcha. Es una de las pocas cartas que le quedan por jugar a Blesa para seguir al frente de la entidad, sobre todo después del pacto que ha alcanzado el PP de Madrid con PSOE, IU, UGT y CCOO para controlar la caja. Caja Madrid estudió hace semanas una fusión con la valenciana CAM y Caixa Galicia.