El pacto de estabilidad se aprobó en 1997, a iniciativa de Alemania, como un mecanismo riguroso de disciplina presupuestaria, con el objetivo de garantizar la solidez y la credibilidad del euro que estaba a punto de nacer.

El pacto fija un sistema coercitivo para corregir con rapidez cualquier déficit público que supere el 3% del producto interior bruto (PIB), bajo la amenaza de fuertes sanciones económicas en caso de reiterada desidia.