El problema no es España, es el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Ese fue el mensaje que Mariano Rajoy transmitió ayer a sus seguidores en Vitoria, mientras advertía de que ni empresarios ni medios de comunicación van a poder devolver al jefe del Ejecutivo la credibilidad y la confianza, porque lo que le ha llevado a perder ambas ha sido su "política económica disparatada".

Aunque el presidente del PP no dio un solo paso atrás en el alarmante discurso sobre la situación económica, sí dejó en evidencia que ha acusado el golpe de quienes le acusan de irresponsabilidad en momentos tan delicados. De hecho, quiso explicar que, cuando habla de España, se refiere al Gobierno de Zapatero, y no al país. "Confío en España y en los españoles", aseveró, para enfatizar que es el "señor" que está en la Moncloa el que ha perdido la confianza "dentro y fuera".

Rajoy también avanzó que el PP contratacará esta semana recuperando toda una serie de iniciativas que ya se han visto frustradas en el Congreso. Citó las 71 enmiendas a los presupuestos, el plan para reformar el sector público empresarial y fundacional, la reforma fiscal o la ley que delimite gastos y endeudamiento en todas las administraciones. Y, por último, entró a degüello contra el PNV por ser "cómplice" del presidente del Gobierno. Para Rajoy, la actuación del partido de Urkullu es "de psicólogo".

Poco después, desde la localidad valenciana de Gandía, el vicesecretario general del PSOE y ministro de Fomento, José Blanco, llamó al líder de los conservadores "broker de los movimientos especulativos contra España". "Con patriotas como el PP y Rajoy, España no necesita especuladores. Tenemos al enemigo en casa", concluyó Blanco.