Desde un principio estaba claro que el principal objetivo del juicio de Gescartera, iniciado el pasado 17 de septiembre, era encontrar el rastro de los 72 millones de euros invertidos durante 10 años por los 2.300 clientes reales de la agencia de valores, una vez descontados los 1.700 inversionistas que la fiscalía considera como ficticios .

Las declaraciones de los 14 imputados en el caso y de más de una veintena de testigos aún no han logrado aclarar el paradero del dinero. Pero no todo es oscuridad. Poco a poco van descubriéndose pequeñas huellas que señalan indicios del paradero de una parte de lo desaparecido, señales que deben servirle de mucho a la presidenta del Tribunal de la Audiencia Nacional, Carmen González Pastor.

Como en todo thriller que se precie, hay pistas verdaderas y pistas falsas. En el momento de la intervención de Gescartera --14 de junio del 2001--, el personal de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) apenas sí encontró 2,4 millones de euros --218.000 en caja--, equivalentes al 3,1% de todo lo que habían invertido los clientes.

Según los interventores, los responsables de Gescartera y principales imputados en el juicio, Antonio Camacho y José María Ruiz de la Serna, se apresuraron a afirmar que había 52 millones de euros depositados en cuentas de La Caixa y del Banco Santader. Pero, cuando la CNMV comprobó que aquello era falso, cambiaron la historia y explicaron que había 77 millones ingresados en sociedades domiciliadas en el paraíso fiscal de Delaware (EEUU).

Los acusados cantan

Aunque este dato no es muy esclarecedor, es posible que se vayan conociendo más detalles según transcurra el juicio. Los acusados han decidido regirse bajo los principios del sálvese quién pueda . Camacho, el propietario de Gescartera, descargó toda la responsabilidad en Ruiz de la Serna. Este le devolvió el favor sugiriendo que parte del dinero se encontraba en el extranjero, en 263 cuentas secretas a nombre de Antonio Camacho.

Ni siquiera Pilar Giménez Reyna --presidenta de Gescartera y hermana del que fuera secretario de Estado de Hacienda en la etapa del PP, Enrique Giménez Reyna-- pudo evitar dar alguna pista en su pintoresca declaración. Tras admitir que era una mera mujer objeto en la agencia de valores y negarse a responder a las preguntas de la acusación por motivos de "salud psicológica", no dudó en afirmar que creía que el dinero estaba depositado en Delaware.

Esa tesis concordaría con informes policiales y afirmaciones de algunos imputados sobre un entramado de sociedades constituidas en paraísos fiscales que giraban como satélites en torno de Gescartera.

Cheques sin constancia

Lo que parece más claro es que el dinero fluía entre las manos de los responsables de la agencia de valores. El apoderado de Gescartera, Francisco Javier Sierra de la Flor, admitió que firmó cheques por un valor de ocho millones de euros sin aparentemente saber a quién se destinaban estas cantidades y sin dejar constancia de ello.

El también imputado y responsable de informática de la sociedad, Miguel Angel Vicente González, reconoció haber multiplicado por 15 su inversión personal en la agencia de valores al pagarle Camacho unos intereses del 23%.

Incluso el cantante Jaime Morey, padre de la novia de Camacho, admitió al tribunal que cobraba 18.000 euros por "no dar ni chapa" en Gescartera o por "leer el periódico". Su hija también dijo que recibió como "regalo" 30.000 euros en acciones de sociedades.

Las dudas no acaban ahí. El subdirector de una oficina de La Caixa declaró que hubo "traspasos de dinero" de las cuentas de la agencia a las de Camacho y que se retiraron 10 millones de euros en efectivo. Todo vagas pistas, que impiden, un mes después de iniciarse la vista, saber nada del dinero.