Casi a contrarreloj, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha ultimado un paquete de nuevas rebajas fiscales por un total de 2.290 millones de euros (casi 400.000 millones de pesetas) que le permitirán concurrir a las elecciones generales del 2008 con el mensaje claro de que "bajar de impuestos es de izquierdas", y no solo de derechas, como parecía desde que el PP llegó al poder (entre 1996 y el 2004).

El nuevo cheque-bebé (de 2.500 euros, aunque puede llegar a 3.500) tendrá un impacto recaudatorio de 1.000 millones de euros, al que hay que sumar otros 350 millones por la nueva deducción del 10% para los inquilinos. Además de otros 940 millones por corregir la inflación en el impuesto sobre la renta --bajando la tarifa el 2% y subiendo otro tanto todos los mínimos personales y familiares y la deducción por rendimientos del trabajo-- para compensar a las familias de rentas más bajas por la subida de los tipos de interés, según ha explicado el vicepresidente económico, Pedro Solbes.

Harto de las críticas de "electoralismo" de estas medidas, Solbes, en la reciente presentación del proyecto de presupuestos del Estado para el 2008, aportó datos para demostrar que lo que hace ahora el PSOE no es diferente de lo que hacía el PP cuando gobernaba, haciendo coincidir las grandes rebajas fiscales con las elecciones autonómicas y generales de turno. Solbes explicó que eso fue lo que hizo el PP sistemáticamente mientras gobernaba y también después, en las autónomicas del 2007, cuando convirtió la supresión del impuesto de Sucesiones en su principal oferta económica.

PRIMERA REDUCCION Los efectos de la primera rebaja fiscal del PP (5.000 millones) se repartieron entre 1999 (año de elecciones autonómicas, con la rebaja de retenciones) y el 2000 (elecciones generales). En aquel año, como las elecciones iban a ser en marzo, antes de presentar la declaración, el Gobierno introdujo el sistema de devoluciones rápidas, que hizo llegar las primeras cantidades a los bolsillos de los contribuyentes antes de votar.

Tras la primera reforma, el PP no corrigió la inflación en el IRPF, y en cuatro años casi desapareció la rebaja inicial. Ello permitió al Gobierno de Aznar ofertar una segunda rebaja fiscal --de 3.800 millones-- con efectos en el 2003 (rebaja de retenciones y cheque mensual de 100 euros para madres trabajadoras) y el 2004 (elecciones generales).

Ahora, el Gobierno socialista ha repetido el esquema, con una reforma fiscal (rebaja de 4.500 euros, en IRPF y Sociedades) cuyos efectos cabalgan entre el 2007 (elecciones autonómicas) y el 2008 (generales), reforzada con un paquete de rebajas de última hora (2.290 millones más).

EL GIRO DE LA IZQUIERDA Hasta ahora, bajar impuestos era una bandera de la derecha política. Según la doctrina clásica, lo propio de la izquierda era mantener un alto nivel de presión fiscal, con unos tributos progresivos (a más renta, más impuestos), con los que financiar amplios servicios públicos de calidad.

El PP de Aznar ganó las elecciones en marzo de 1996 con una oferta de rebaja radical de impuestos. En línea con los modelos económicos de Reagan y Thatcher, el PP defendía que, bajando impuestos, era posible recaudar más. Una favorable coyuntura económica permitió al PP lograr lo que para muchos era la cuadratura del círculo: bajar impuestos y recaudar más.

A partir de entonces, un sector del partido socialista entendió que también podía enarbolar la bandera de la rebaja fiscal.

El actual presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuando era candidato, en el 2003, despejó el dilema. "Bajar impuestos es de izquierdas", proclamó. A partir de entonces, los socialistas iban a competir con el PP en las rebajas fiscales.

Una vez en el Gobierno, el ministro Pedro Solbes encauzó la reforma fiscal que ha entrado en vigor en el 2007. En la Moncloa existe el convencimiento de que esa rebaja fiscal se ha quedado corta y que apenas está siendo percibida por familias y empresas y, por eso, desde la presidencia del Gobierno se ha alentado una segunda rebaja antes de las elecciones, con la que Solbes no siempre ha estado de acuerdo.