En el afán por impulsar en España una alternativa a las energías tradicionales, Industria puso en marcha en el 2007 un sistema que primaba generosamente la producción de energía fotovoltaica para su venta posterior a la red de distribución. La diferencia entre la prima ofrecida por el Ejecutivo y el coste de adquisición de esa energía convirtió la producción de electricidad procedente del sol en un negocio con rentabilidades que alcanzaban el 14% anual.

La patronal alertó de que alrededor de esa industria se estaba incubando un fenómeno especulativo en un momento en que las rentabilidades bursátiles y el declive de la constructoras atraía grandes capitales. Industria cree en la energía limpia, pero siempre que sea sostenible económicamente.