No ha sido una mala semana en su conjunto. Aún más si se tiene en cuenta que muchos de los datos manejados en todas las bolsas no han sido favorables. Sin embargo, los índices no se han resentido demasiado cuando el mismo presidente de la Reserva Federal norteamericana, Ben Bernanke, ha reconocido que la economía sigue débil y que tiene preparada la jeringuilla.

Ayer hubo alzas generalizadas en Europa y en Norteamérica, más por regresar el lunes con ánimos que por reconocer que no hay mucho de dónde fiarse. En estas reapareció el fantasma de Monty Hall, el presentador de un concurso televisivo que dio nombre a una paradoja que todavía atrae a los matemáticos.

La elección al azar entre tres puertas, tras una de las cuales hay un coche. Eliminada por el presentador una puerta sin regalo, ¿es mejor permanecer en la elección o cambiar? La estadística dice que si se cambia, aumenta la probabilidad de acertar. Ayer corrió entre los analistas una variante, la teoría de la opinión contraria: si la masa pronostica caídas, el mercado acabará reaccionando al alza.

Visto lo sucedido durante la última semana y lo que va del mes de septiembre, la propuesta puede acabar cuajando. Ayer mismo, en Estados Unidos se supo que la venta de viviendas va bien, pero no la de coches ni de aviones. Y aunque vendan menos, las empresas solicitan más dinero para mejorar sus equipos.

Tras el titubeo, los operadores de la Bolsa de Nueva York optaron por las compras y el Dow Jones subía un 1,65% a media sesión.

En Europa, con el nubarrón de la deuda de Irlanda y el posible efecto contagio en la economía, la elección fue ver como positivo que Alemania y Francia aportan buenos datos de crecimiento. Sirvió para que el Ibex subiera el 2,15%, hasta recuperar el nivel de los 10.727 puntos. Todos los grandes valores subieron. El Banco Santander, el 2,79%, y el BBVA, el 2,43%. El lunes, otra puerta.