El presidente mundial de Renault, Carlos Ghosn, dijo ayer que la empresa francesa "no está en crisis pero sí en una situación delicada". Ghosn presentó un plan estratégico, llamado Contrato 2009 , que pretende vender 800.000 vehículos más en tres años y tener un 6% de beneficio operativo, el doble que el del 2005.

Ghosn reconoció que la imagen de la marca se ha debilitado por la estrecha gama de modelos, un mal reparto de la rentabilidad porque el Megane acumula el 50% de los ingresos, costes no competitivos, capacidades de producción infrautilizadas y una mala implantación. Si la estrategia de gestión funciona, Renault no sufrirá reestructuraciones más traumáticas.