La Reserva Federal (Fed) está dispuesta a combatir con todo tipo de armas cualquier peligro de recaída de la economía. En la reunión que comenzó ayer, el banco central de EEUU discutirá y aprobará un gigantesco plan de estímulo que puede incluir la compra de hasta 357.000 millones de euros (500.000 millones de dólares) de bonos del Tesoro.

Los detalles de esta iniciativa se conocerán hoy, a la vez que el diagnóstico que el instituto emisor realizará sobre la evolución de la economía. Pero los mercados ya han descontado la posibilidad de la poco convencional adquisición de deuda pública por parte de la Fed. Las operaciones de compra de bonos se desarrollarán a lo largo de los próximos seis y nueve meses, según las informaciones que han trascendido.

El objetivo esencial es rebajar los tipos de interés a largo plazo para frenar la posibilidad de una espiral deflacionista --caída sostenida del nivel general de precios--, que, en caso de producirse, desembocaría en una depresión económica como sucedió tras el crack de 1929. La inflación subyacente --que excluye elementos más volátiles como la energía y los alimentos no elaborados-- se encuentra en sus niveles más bajos desde los años 60, lo que alimenta los temores sobre la deflación.

La Reserva Federal ya recurrió a un estímulo de esta naturaleza a comienzos del 2008, en pleno clímax de la última crisis. Al realizar compras masivas de deuda de entre dos y 10 años aumenta su precio y, por tanto, se reduce la rentabilidad, que se mueve de forma inversa. La rentabilidad de la deuda se toma como referencia para los préstamos a largo plazo, de manera que si se reduce, ello suele animar a las familias a gastar y a las empresas a invertir, ya que se abarata la financiación (el crédito).

La idea es que este aumento de inversiones y gastos estimule la recuperación iniciada a mediados del 2009, tras la recesión más profunda y prolongada en EEUU desde la década de 1930. Los primeros síntomas de estancamiento hace unos meses dieron pie al presidente de la Fed, Ben Bernanke, a anunciar que se utilizarían todo tipo de instrumentos para estimular un mayor dinamismo de la economía.

CRECIMIENTO DEL 2% Las medidas son necesarias, ya que el país crece a una tasa anual del 2% y se calcula que para generar empleo debe elevar el ritmo hasta casi el 5%. Además, la tasa de paro está en el 9,6%, un nivel alto en un país donde no existe gran cobertura de desempleo.

Los expertos no están del todo convencidos de la iniciativa de la Fed, llamada en inglés Quantitative Easing (expansión cuantitativa). En la práctica, advierten de que la aplicación de esta medida es como imprimir billetes, es decir, aumentar la masa monetaria en circulación, lo que genera inflación. En principio, eso anima a los consumidores a gastar, porque piensan que si esperan subirán más los precios.Pero el verdadero riesgo es si la inflación se desboca y genera burbujas especulativas que acaban dañando la economía. Además, los expertos dudan de que la medida tenga efectos sobre el empleo.

Otros advierten de que aumentar la masa monetaria depreciará más el dólar, lo que favorecerá las exportaciones de EEUU pero dañará las importaciones. Además, la caída de la rentabilidad de la deuda hará que los inversores huyan a países que ofrecen mayores rendimientos, como las economías emergentes.