Cuando al presidente de los Estados Unidos le nace una crisis en su gabinete por razones económicas, al conjunto del planeta se le abre un abanico de incógnitas.

No sólo porque el relevo del máximo responsable de la política económica de EEUU es un acontecimiento capital para los mercados financieros y empresariales del mundo entero, sino porque subyace el riesgo de que Bush se vea tentado de minimizar los problemas internos --como su padre o Clinton -- magnificando los externos.