La posible subida de impuestos está en los planes de muchas potencias del G-20, que buscan fórmulas para que sus presupuestos públicos, maltratados por la caída de ingresos y por el aumento exponencial del gasto, vuelvan al equilibrio.

La vicepresidenta de Economía, Elena Salgado, afirmó ayer en Londres que el Gobierno estudia un aumento fiscal "moderado", menor, en todo caso, a la presión fiscal que soportaban los contribuyentes antes de la llegada de Zapatero al poder, en marzo del 2004.

"Creemos que podemos pedir a los ciudadanos un esfuerzo moderado, y en esa idea estamos. Pero lo presentaremos al mismo tiempo que presentemos nuestros gastos", indicó. "Por cifrarlo, el esfuerzo que pedimos va a seguir haciendo que la presión fiscal sea menor que lo que era cuando llegamos al Gobierno". La ministra reconoció que en la reunión del G-20 de ayer no se había logrado un consenso suficiente para limitar las primas de los banqueros. "Lo que desde los países de la UE hemos estado discutiendo es un sistema preventivo y hacia el futuro. Por tanto, creemos que debe aplicarse a todas las entidades financieras", dijo.

Sin embargo, Salgado subrayó que, desde la óptica de España, el problema de las primas a los banqueros "no se percibe con la misma intensidad", dado que en nuestro país "no hemos tenido la experiencia de que actuaciones en los ámbitos de los derivados financieros hayan producido crisis de nuestras instituciones financieras".

España aboga por "un marco de supervisión", afirmó, con una autoridad "que conozca cuál es el sistema de retribuciones". Hace unos días, Salgado abogó por que sea el Banco de España quien ejerza el control.

La organización humanitaria Oxfam calificó ayer de "decepcionante", el que el G-20 ponga énfasis en las primas de los banqueros. En un comunicado difundido al término de la reunión, Oxfam pidió implantar un impuesto, la tasa Tobin , en las transacciones de divisas que, según la organización, permitiría recaudar ayudas de hasta 50.000 millones de dólares.