La guerra por captar depósitos y clientes en que vive inmersa la banca desde hace dos años toca a su fin, pues es insostenible dados los problemas de rentabilidad y financiación que sufre. Los créditos seguirán siendo escasos, y subirán de precio. Un lúgubre panorama que ayer dibujó Alfredo Saénz, consejero delegado del Santander.

El ejecutivo no dudó en tildar de "tremenda, exagerada, desbordada y desquiciada" la competencia en los productos de ahorro a plazo, un negocio en el que se ofertan intereses superiores al euribor y al tipo de interés oficial. Reconoció, eso sí, que el Santander fue la primera gran entidad que se sumó a la batalla, si bien matizó que lo hizo después de que otros bancos y cajas pequeñas que tienen "tensiones de liquidez" o están en fusiones.

Saénz auguró que la situación de los depósitos se "tranquilizará" en los próximos meses. Y descartó que la lucha por el pasivo pase a los préstamos. El crédito, dijo, seguirá cayendo porque las familias y los hogares están en proceso de desendeudamiento. Y será más caro.