Peores resultados, mejores perspectivas. El Santander ganó 6.515 millones de euros el año pasado, un 16,6% menos que en 2018, principalmente por las pérdidas afloradas en su filial del Reino Unido a causa del deterioro económico del país. Pese a suponer la primera caída del beneficio desde el 2012, la cifra está por encima de los entre 6.200 y 6.300 millones esperados por los analistas.

Además, el banco anunció ayer que prevé aumentar sus ganancias en el 2020, que el beneficio por acción crezca en los próximos tres años a una media anual de un solo «dígito alto», y que el capital cierre el ejercicio cerca del 12% y permanezca en ese nivel a medio plazo, como le exigía el mercado. Estos mensajes dispararon la acción un 4,41%, en su mejor sesión bursátil desde junio del 2017.

Su presidenta, Ana Botín, pidió al Ejecutivo que gobierne mediante «consensos», como el llegado con los agentes sociales para subir el Salario Mínimo Interprofesional; con medidas basadas en «los datos»; y apostando por unas cuentas públicas «saneadas» y por potenciar la educación.

La banquera también criticó las posibles subidas fiscales a la banca: «No creo que seamos un sector que merece un impuesto específico». En esta línea, reclamó sin citarlo expresamente que las grandes empresas tecnológicas paguen «donde generan valor» y no donde más les convenga fiscalmente, así como que no haya que tributar dos veces por el mismo concepto (los dividendos que recibe de sus filiales extranjeras) ni por las pérdidas.

La positiva evolución del capital fue clave en la buena acogida de los resultados. El año pasado mejoró del 11,3% al 11,65% y Botín aseguró que se situar áa finales del 2020 cerca del 12%, antes de lo previsto. La ejecutiva precisó que el objetivo sigue siendo que esté entre el 11% y el 12% porque a la entidad le «sobra mucho capital» y tiene que cumplir sus «objetivos económicos». Sin embargo, también mantuvo que se moverá en torno al 12% a medio plazo y que, una vez alcanzado ese nivel, la rentabilidad (6,62%, por debajo del coste que le supone hacerse con dicho capital) mejorará porque el banco tendrá que retener menos beneficios para reforzar la solvencia.

La caída del resultado se debió a que los impactos extraordinarios fueron muy superiores a los del 2018 (1.737 millones frente a 254 millones). Sin ello, el resultado ordinario hubiera mejorado el 2%.