La dirección de Seat aportó ayer a los sindicatos datos que muestran un descenso de las ventas de alrededor de un 5% de enero a agosto, unos 16.000 coches menos, para justificar la reducción de jornada y salario a la plantilla de la fábrica de Martorell (Barcelona). La caída se ha producido incluso en España, el feudo y primer mercado de la filial de Volkswagen (VW) con un tercio de las matriculaciones.

El descenso de las ventas ha sido general en casi todos los países, con alguna excepción como Francia, uno de los grandes mercados que crece más, según fuentes sindicales. Las matriculaciones de la marca descendieron el 5,1% en los países de la antigua UE de 15 miembros y el 4,7% en la ampliada, según los datos de la asociación europea de fabricantes (ACEA). Las 257.243 unidades vendidas en esos países sumaron 257.243 unidades, casi 13.000 menos que en el año 2004.

En España, Seat vendió algo más de 106.000 coches, unas 4.000 unidades menos (3,7%) respecto del 2004, según los datos de Aniacam. Estos resultados contrastan con los incrementos de las otras marcas del grupo, que en España fueron del 7% para VW, al 45% de Skoda. En Europa, los aumentos van del 1% de VW al 14% de Audi.

Los sindicatos advirtieron ayer de que la caída de ventas de Seat se debe, en parte, a la estrategia del grupo de eliminar algunos modelos. En el periodo de enero a agosto del 2004 se vendieron unos 7.500 utilitarios del modelo Arosa, que la firma ha dejado de hacer para introducir en el mercado otro vehículo similar (el VW Fox) producido en Brasil. Otro modelo con una fuerte caída, unas 5.000 unidades, es el monovolumen grande Alhambra, que se fabrica en Portugal.

La dirección de Seat aseguró ayer a los sindicatos que no se prevé una mejora de las ventas hasta final de año, por lo que necesita reducir la producción en unos 26.000 coches respecto del 2004. El comité intercentros, formado por UGT, CCOO y CGT, reclamó a la compañía que informe de la situación del estoc de vehículos y de la cifra de trabajadores que quedarán sin tarea asignada a partir de la supresión de un turno de trabajo en una línea de montaje en noviembre, que puede oscilar entre 800 y 1.000 empleados.

Las centrales sindicales reiteraron que rechazan la reducción de jornada y salario y pidieron alternativas al mecanismo de flexibilidad interna que permite reducir la producción.