Desconcierto, pavor, inquietud, temor e, incluso, alguna dosis de pánico global y de esquizofrenia financiera. Ayer la crisis trajo los ingredientes típicos y la expresión formal de un crac bursátil en toda regla. Una situación peligrosamente análoga a la de algunos episodios que se produjeron en el fatídico 1929. La esperanza colectiva se concentra en que la crisis dure y afecte menos que entonces a las economías occidentales.

Las bolsas cerraron una semana presidida por la irracionalidad. Temen lo que vendrá. Y venden, día tras día. La globalización de la economía y de las comunicaciones contagia el pesimismo con velocidad y un alcance de mancha de aceite. No hay rincón alguno del planeta sin contaminar. Ni expertos, ni políticos, ni mandatarios se atreven a algo que no sea observar con prudencia los sucesos. Aún peor, el fondo de esta situación sigue por descubrir.

Una sentencia dice que la bolsa es el termómetro de la economía. Por tanto, tras tomar la temperatura, el diagnóstico actual es obvio: el estado es grave, muy grave. Sobre todo, si se aplica a España, cuyo mercado vivió ayer una caída histórica, del 9,14%, la mayor desde que existe el índice Ibex 35. Dicho de otro modo: las empresas españolas tenían un valor ayer un 10% inferior al día anterior. En una semana se ha dejado un 21%. Por fortuna, el divorcio entre la dimensión productiva y financiera de la economía parece cada vez mayor, aunque el efecto de una sobre otra también es más profundo. La caída libre de las bolsas comenzó por la mañana en los parquets asiáticos y se extendió cual reguero de pólvora a Europa y, después, a América.

Desde primera hora, las bolsas europeas se desplomaban. Las caídas llegaron a un inaudito 10%. Hubo interrupciones, mercados que pararon para evitar males mayores, pesimismo generalizado, malhumor de los intermediarios. En definitiva, un triste colofón para una semana negra, casi trágica, para los inversores y las empresas que cotizan. Todo vale menos, considerablemente menos, y lo que es aún peor: no hay ninguna certeza de que esa tendencia varíe de inmediato. Siguen sin ser útiles las llamadas a la calma de los gobernantes europeos ni de los americanos. En el estado de shock en que se hallan, las bolsas oyen algo pero no se escuchan más que a sí mismas. Ni los intentos del G7 reunido ayer en Washington para establecer la calma, ni las inyecciones de fondos de los bancos centrales, ni las actuaciones de varios países europeos tienen efecto alguno. En ese panorama, los jefes de gobierno del Eurogrupo se verán mañana en París. La reunión se convocó ayer con urgencia y es otro botón más en el muestrario de intentos de atajar los problemas y restaurar la confianza del mercado.

CONTAGIO Asia se ha matriculado en la crisis. Yamato Life, una aseguradora japonesa, quebró ayer. Es la primera víctima financiera, pero no será la última, según todos los observadores del país nipón. El resto de mercados del área se desplomaron. En Gran Bretaña, tras presentar un millonario plan de nacionalización de la banca, el primer ministro, Gordon Brown, lanzó ayer un mensaje al resto del mundo: aconseja emular su plan de nacionalización de la banca. "Estos nuevos tiempos necesitan nuevas ideas", dijo.

El índice bursátil de Londres cayó el 8,9%. Con Wall Street cayendo un 6% (cerró con una caída moderada, del 1,49%), la Casa Blanca reunía de urgencia, nuevamente, al sector financiero estadounidense para estudiar qué hacer. Faltan soluciones y los analistas más osados insisten en que los tipos de interés deberían bajar más. Sobre todo los europeos, fijados en el 3,75%. Ahora, los analistas especulan ya con que el BCE rebaje por sorpresa otro medio punto el precio del dinero ante la inoperancia del recorte que ha tenido lugar esta misma semana.

La depresión de la economía mundial es tal que el precio del petróleo se ha convertido en un alivio por su continuada disminución. Ayer siguió descendiendo y ya se paga casi a la mitad que hace dos meses, cuando llegó a 147 dólares. Los países productores ya están pensando en reducir la producción para que el barril recobre la cotización --y ellos sus ingresos--, con gran enfado del premier británico Brown. Sorprendió que la bolsa española fuese ayer la más bajista de Europa, al contrario de lo que iba sucediendo en las últimas jornadas y justo el día que el Gobierno aprobó elevar a 100.000 euros por entidad y titular la garantía de los depósitos bancarios y lanzó el fondo de 30.000 millones con el que quiere animar al sector financiero.