Las discrepancias sobre el contrato firmado por el empresario Blas Herrero y la cadena radiofónica Onda Cero para la explotación comercial de 70 emisoras surgieron en torno a la forma de medir la audiencia.

Onda Cero debía pagar a Radio Blanca 18 euros por oyente, pero sostenía que se debía tener en cuenta la audiencia media anual y no la acumulada. La diferencia era de un millón de oyentes.