Estados Unidos se resistió durante décadas a tener un banco central. No fue hasta 1914, inspirándose en el modelo del Banco de Inglaterra, que accedió a crear una autoridad monetaria, aunque para diferenciarse de los usos europeos prefirió llamarlo Reserva (Federal) en vez de Banco (Central). Sirva este hecho, que recuerda el economista e historiador Gabriel Tortella, para enfatizar que el espíritu regulador en EEUU siempre ha sido más laxo que el europeo y que los cambios legislativos han sido consecuencia más de los excesos --crisis-- que del celo normativo.

De hecho, la normativa que impuso la separación de los bancos de inversión y los comerciales en EEUU se instauró en 1933, como consecuencia del crash financiero del 29. Con la medida, las autoridades trataron de devolver a los ciudadanos la confianza en las instituciones financieras, de la que habían retirado masivamente sus ahorros. Las entidades comerciales quedaron bajo el control de la Fed y los depósitos quedaron garantizados por un fondo. A los bancos de negocios, en cambio, no se les sometió a un supervisor.

Esta separación histórica de 75 años concluyó la semana pasada con la debacle de la banca de inversión. La falta de regulación y autocontrol llevó a estas entidades a una carrera hacia adelante sustentada en productos cada vez más complejos y opacos. "La principal consecuencia de la crisis financiera va a ser el reforzamiento de la supervisión y del gobierno corporativo. Es inadmisible que los consejeros y altos directivos no conocieran sus propios productos, y que los reguladores los aprobasen sin tampoco entenderlos", estima Aldo Olcese, que es responsable de la sección de ciencias económico-contables y financieras de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras.

Algo queda claro tras la crisis que puede tener el mayor coste de la historia. El sistema financiero de EEUU no podrá permanecer ajeno a cómo operan sus entidades y al tipo de productos que colocan en los mercados. Necesitan, pues, un sistema de control y supervisión más parecido a los que se conocen en Europa. Incluso, en circunstancias como las actuales, se destaca la solvencia de los bancos españoles en medio del huracán, gracias, en buena parte, a la labor del Banco de España. "Si bien, el estallido de la crisis inmobiliaria puede tener mayores consecuencias", reconoce un consultor.

Junto a unos bancos más regulados en EEUU hay quien sostiene que se impone una manera diferente de actuar. La eclosión de la responsabilidad social corporativa (RSC) que surgió de la quiebra de Enron, tras la crisis del 2000, tendrá una reedición específica para el sistema financiero. "Hay que cambiar las prácticas de los negocios. La responsabilidad social es hacer las cosas de manera diferente y comprometida con la sociedad", expone Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social.

EL ESTADO DEL BIENESTAR "EEUU cambiará el ultraliberalismo del mercado por más regulación. Es una oportunidad de la UE para revalidar su modelo social, que ahora estaba poco valorado entre nosotros. Había demasiada admiración del modelo estadounidense". Es la reflexión de Eugenio Recio, profesor honorario de Esade, cuyo espíritu comparten diferentes expertos sobre las secuelas que la crisis tendrá para el Estado de bienestar. "El capitalismo que hemos vivido es un sistema en el que hay de todo menos capital, lo que lo hace muy sensible a las crisis. Por fortuna, en España hay más base. Pero tenemos que poner sentido común, volver un poco atrás. Vamos hacia sociedades que ahorren un poco más, que trabajen más", sostiene Eduard Berenguer, catedrático de Teoría Económica.