El Tesoro adjudicó ayer 4.000 millones de euros en obligaciones a 10 y 30 años, el máximo establecido, y redujo alrededor de un punto porcentual el interés marginal de ambas denominaciones, lo que aleja un poco más el fantasma de la crisis de deuda soberana. En la anterior puja de obligaciones, celebrada el 17 de junio, se adjudicaron 3.000 millones de euros en obligaciones a 10 años con un interés marginal del 4,991%, el más alto para esta denominación desde 2001 y 0,7 puntos porcentuales por encima del 4,164% ofrecido ayer.

Por lo que respecta a las obligaciones a 30 años, en junio el interés marginal fue del 5,937%, el más alto de todos los tiempos --la primera referencia en la web del Banco de España data de 1998-- y superó en 0,85 puntos porcentuales al 5,081% de ayer.

Los analistas consultados por Efe señalan que el resultado de la subasta de ayer, en la que la demanda --9.000 millones-- duplicó con creces la oferta, es excelente pero no despeja del todo las dudas sobre la deuda española.

José Luis Martínez Campuzano, analista de Citi, afirma que la crisis de deuda soberana española está superada, algo que matiza en parte José Carlos Díez, analista jefe de Intermoney, quien recuerda que la crisis de deuda soberana persiste en Grecia, Portugal e Irlanda, aunque admite que España "ha salido del pelotón de cola".

No obstante, aclara que la prima de riesgo país, que se mide mediante el diferencial entre el bono español a diez años y el alemán del mismo plazo, sigue aún muy alto. En este sentido, Martínez Campuzano recuerda que hace un año el diferencial se encontraba en 50 puntos básicos, que subieron a 120 a comienzos de año para repuntar hasta 210 en junio.

Actualmente la prima de riesgo se sitúa en 170 puntos, una muestra, en opinión de ambos analistas, de que no se puede bajar la guardia y de que la percepción que tiene el mercado de la deuda española se mantiene negativa. En total se adjudicaron ayer 2.723,06 millones de euros en obligaciones a diez años.

LAS AGENCIAS Tras las sucesivas rebajas aplicadas por las agencias de medición de riesgos Standard &Poor´s y Fitch en abril y mayo, la deuda soberana española comenzó a ser objeto de la desconfianza sobre la gravedad de la situación económica y a encontrar cada vez mayores dificultades para colocar sus emisiones, con lo que los intereses marginales se dispararon.

La tercera gran agencia de medición de riesgos, Moody´s, se limitaba a advertir en agosto de que la perspectiva de crecimiento de España era "más débil" que la de otros países con la máxima calificación crediticia "Aaa", pero dejaba sin cambios la calificación de España.