Las tres grandes agencias de calificación de crédito han decidido mantener la nota de solvencia de Repsol, después de que la compañía provisionara 2.900 millones de euros y se anotara pérdidas de 1.200 millones en el 2015. Fitch es la última que ha mantenido la calificación de la deuda a largo plazo en 'BBB' y 'BBB-'.

A su vez rebaja la perspectiva de estable a negativa, pero no tanto por la compañía en sí, si no por las previsiones sobre la evolución del petróleo y sus posibles efectos en las cuentas de las firmas del sector.

La decisión de las agencias revela que la transparencia tiene precio, ya que Repsol optó por adecuar el valor de los activos a la situación del crudo, según fuentes del sector. Además destaca que la compañía decidiera recortar el diviendendo para ajustarse la nueva situación.

Fitch asegura que la petrolera presidida por Antoni Brufaumantiene una "sana diversificación" del negocio. Esta se reforzó con la adquisición de la canadiense Talisman. La agencia, como hicieron las otras, también valora la respuesta de la compañía a unas condiciones del mercado más difíciles.

El mantenimiento de la nota de solvencia es uno de los objetivos de la compañía cuyo consejero delegado es Josu Jon Imaz. Está incluido en el plan estratégico 2016-2018.