Ya se acabó la fase en la que los gobiernos han podido gastar sin rendir cuentas a la Unión Europea con el objetivo de frenar una crisis que en sus inicios parecía impredecible. Ahora, a la vista de los indicadores y del rumbo de las principales economías, lo que deben hacer es retornar al rigor presupuestario, apretarse el cinturón y reducir los déficits públicos que todo ese dispendio anticrisis han originado. El autor de esta receta y recomendación no es otro que el guardián europeo de la ortodoxia monetaria, el mismísimo Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE).

Ayer, el dirigente económico francés visitó Bruselas. En la capital comunitaria dijo que hay que comenzar a preparar "de forma convincente" un retorno al rigor presupuestario cuando la crisis se haya superado plenamente. Con todo, y a la vista de la diversidad de situaciones económicas que se están produciendo en los 27 países de la Unión Europea (UE), Trichet se mostró cauteloso.

Dijo, por ejemplo, que la crisis económica "aún no ha terminado" y, tras evitar el triunfalismo, reiteró que resulta necesario continuar siendo "audaces y proporcionados" para hacer frente a ese desafío, de la misma manera que será necesario "ser creíbles en la vuelta a la normalidad".

PRESUPUESTOS SIN TRAMPAS Trichet pidió que los países no dejen de actuar de manera activa para arrinconar la recesión. En este sentido, solicitó que lo hagan con un espíritu convincente y que eviten hacer trampas al solitario con sus respectivos presupuestos públicos.

Las manifestaciones del primer banquero europeo se producen a pocos días de distancia de otros pronunciamientos análogos de instituciones como el FMI o el propio G-20. Todas abundan en el mismo debate: ¿hasta dónde deben llegar los poderes públicos en su actuación contra la crisis?, ¿cuál es el nivel de gasto --y en consecuencia, de déficit-- que puede soportar economías como la europea?

Su intervención de ayer parece recordar la ortodoxa visión que el BCE ha mantenido en los últimos años en sus decisiones de política monetaria (control de la inflación y equilibrio de los tipos de interés): no caben otras fórmulas que las que inspiraron la creación del euro: baja inflación, bajo endeudamiento, inapreciable déficit público y tipos oficiales de interés estables.

LA CRISIS SIGUE VIVA Tras reunirse con el presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, Trichet insistió en ese mensaje de cautela --"aún no es el momento para decir que la crisis se ha acabado"--, justo el mismo dogma que transmitió a los ministros de Finanzas del Grupo de los Veinte (G-20) la semana pasada en Londres. "Es muy importante ser convincentes en el camino que se seguirá para regresar a una situación normal sostenible", concluyó.