Deportistas, fotógrafos, pescadores y amantes de los espacios naturales, jóvenes, familias con niños y parejas de jubilados han ampliado el perfil del autocaravanista. Es un modo de viaje atractivo que crea un vínculo diferente con el entorno y buenas relaciones entre usuarios que comparten información de rutas y actividades. Páginas web como la de AreasAC facilitan información sobre los lugares donde pernoctar en España y el resto de Europa con caravanas, autocaravanas y cámpers.

«En pareja eres más aventurero, pero al ir con niños cuidas más la seguridad y buscas con antelación las áreas de pernoctación», explica Rebeca Balestra. Ella y su pareja hace 9 años que tienen autocaravana. «La percepción que se tiene de viaje económico no es real. Garaje, mantenimiento y seguro del vehículo rondan los 4.000 euros al año y hay que contar peajes y gasolina», dicen. «Claro que en viajes largos, con dos niños -de 13 y 9 años-, como nosotros, en lugar de una semana en hoteles, en autocaravana podemos estar 20 días, pero es más un concepto diferente de viaje que el ahorro. El viaje se transforma en una experiencia en la que los niños aprenden muchísimo y te obliga a interactuar más con ellos», afirman quienes recomiendan probar a viajar en un espacio tan reducido antes de comprar.

Este verano, Elias Hors, de 73 años y Conxita Domingo, de 69, embarcaron su autocaravana en el puerto belga de Amberes y ellos volaron a Baltimore, donde al cabo de 15 días se subían en su hotel con ruedas. Al terminar sus vacaciones en Estados Unidos, hicieron lo mismo a la inversa. «Requiere más tiempo, pero nos da la libertad de descubrir lugares a nuestro aire», dicen. Con su Hymer S800, con dos camas dobles, cocina, comedor para 6 personas, lavabo, ducha, nevera, horno y garaje para moto, «tenemos la comodidad de improvisar sobre la marcha, sin tener que hacer y cargar maletas», añaden. Cuando Javi Vitali y Marcela Pons compraron su autocaravana Fiat Ducato, por unos 45.000 euros, algunos de sus amigos calculaban los vuelos y hoteles que pagarían con esa cifra. Pero la pareja, y su perra, muy activos en deportes de montaña, saben que la amortizarán. «En invierno esquiamos y en verano escalamos, casi cada fin de semana la usamos», afirman.

En su etapa de piloto de motos, Manuel Santiago ya se fijó en cómo pasar noches fuera con los camiones que asistían a las competiciones. Y ya en pareja, descubrió la autocaravana y le encantó, «por la libertad de decisión«. »Te planteas un destino con ilusión pero si te decepciona te mueves», dice. No es un modo de viajar que asocie al ahorro. «Si vas con niños quizás, pero el vehículo, barato no es, y mantenerlo tampoco. Nosotros hacemos visitas culturales y nos gusta comer y cenar fuera», explica. Su vehículo tiene lavabo y ducha, placas solares, baterías para refrigerar y garaje para moto. Es la segunda que tienen. «Hemos recorrido Europa y España y en Costa Rica y Australia la alquilamos», cuenta. «Cada vez se ve a más gente en este mundo y no siempre con cultura autocaravanista. En Francia, Italia o Alemania sí hay. Tienen áreas con servicios que lógicamente tienes que pagar. Lo gratis, ni es bueno, ni es duradero», dice.